
Cuando los demócratas son minoría, el hampa se crece, amplía el abuso y ensancha su cartera.
Cuando el hampa existe y no se combate, es porque no hay justicia. Cuando no hay justicia, el estado es criminal.
Creo que cuando la mentira obtiene privilegios, a costa de la discriminación, es estafa. Cuando la estafa se consuma, sus autores son vulgares delincuentes. Cuando tanto el fruto del privilegio como el perjuicio de la discriminación, recaen sobre terceros, los delincuentes son mercenarios, y si el medio para consumarlo es el estado, convierten a este en un estado sectario, bastardo y criminal, con lo que además, hay que sumar al delito de estafadores mercenarios, el agravante de alta traición.
Todos los españoles tendremos que pagarle el plan hidrológico a la ‘nación’ catalana, a la que sirve el Presidente del Gobierno español, que también eligen algunos españoles para que, entre todos, se lo paguemos a los catalanes. Presidente, traidor que miente y perjudica, a gran parte de España y sirve a Cataluña. Que deroga el PHN, perdiendo la subvención europea, para su construcción, de manera que, además de pagar y alojar al embustero, tendremos que regalarle el agua de todos, a la ‘nación’ que exprime a la España de todos, y a la que sirve un presidente de todos, que renuncia al deber de servir a todos. Además de pagarles el presidente y el estado de todos, hemos de pagarles el transvase -solo suyo- que se la lleve, dejando todo el litoral levantino, murciano y almeriense, con su economía hundiéndose en la sed, mientras se convierte en un resecal, amplias regiones de hermosas huertas, que abastecen a España y a gran parte de Europa.
Mientras ese tal Rodríguez –mentiroso y traidor, sobre cualquier otra característica que lo distinga o defina- convierte a España en colonia vasco-catalana, los españoles permitimos que este traidor, delincuente y embustero, continúe en libertad y además ejerciendo y además cobrando.

Cuando el Presidente del Gobierno de España, dice públicamente que le parece bien que se multen a españoles que rotulan en español sus negocios en España, deja clara su condición de miserable que delinque omitiendo la ley y sus deberes más ineludibles, dejando en el absoluto desamparo a millones de españoles a los que está obligado a servir en rigurosa igualdad, con el resto. Este cretino cree que está de Presidente del Gobierno para hacer lo que le dé la gana y servir o despreciar al ciudadano según le cae bien o mal. Lo peor no es que lo cree, sino que así lo hace y nadie lo detiene.
¿Será que lo merecemos?¿O estaremos dispuestos a encerrar a este indeseable e impedir la construcción del transvase catalán, si este no se empieza a construir por Almería? Esta puede ser una de las últimas oportunidades disponibles para demostrar si merecemos o no, la justicia que nos hemos dejado robar, por los miserables que nos han ocupado el estado para ponerlo al servicio catalán, entre otros enemigos de la nación, y de los mínimos parámetros de la decencia.

Generalmente los criminales toman o impiden los derechos que necesitan o les da la gana, con el estilo hampón, rastrero y miserable que los caracteriza, pero solo mientras los legítimos dueños, de esos derechos, sean unos cobardes arrastrados que no los defiendan. Cuando no se defienden los derechos, no se merecen. Se renuncia a ellos. Cuando no se merecen porque se renuncia a ellos, hay que asumir las consecuencias y estarse calladitos y aceptar que les pisen la cabeza o las ‘criadillas’, en caso de que se tengan.
La victoria electoral no es una patente de corso para delinquir sometiendo y tiranizando al conjunto ciudadano votante de los que obtienen menos escaños. Ni a un solo ciudadano. Cuando se hace así, el estado y sus ocupas son una vulgar pocilga de criminales. Cuando la justicia no actúa contra ellos, el pueblo está obligado y legitimado para hacerlo. Que no se confunda nadie, si piensa que está libre de los delitos del estado, solo porque ahora les beneficia o no los perjudica. Antes o después les tocará. El hampa criminal no tiene amigos, ni sentimientos. Cuando no hay justicia y sus sistema se les une, solo la unidad de todas las víctimas, presentes, pasadas y futuras, los puede vencer. Ninguna nación decente puede consentir que los delincuentes les mangoneen ni su estado, ni sus leyes.
Cuando un Gobierno omite la ley, privilegia y discrimina, se inhibe de sus deberes, niega servicios, obstruye la justicia, legisla contra ella y desampara a media nación, es derecho y deber que, en legítima defensa, esta se tome la justicia por su mano. En su defecto solo queda adaptarse a la supervivencia, como un miserable que acepta la indignidad de la humillación y la vejación, reiteradamente infringidas por el hampa, hundidos en el muladar putrefacto, que los criminales del estado, dispongan para tal fin.
Observen su estilo. Su talante de diálogo, no crispante.
Observen como un omiso, embustero y traidor, gana unas
elecciones en un país en el que los demócratas son insultante
minoría.
Clandestino