Me alegro por ellas, por sus familiares y por sus amigos.
Lo lamento porque fueran secuestradas, porque otros que también lo fueron, continúan y porque otros que aún son libres, serán rehenes y víctimas mortales, en un futuro.
Lo lamento porque, como afirma Fernando Londoño, el pago y modos de esta liberación legitimará y permitirá consolidar y fortalecer a la banda criminal. Podrá financiar más muertes, más horror y más secuestros, de personas en Colombia, por las FARC.
Lo lamento porque cuando se negocia y se cede ante el crimen, este toma pesesión de SU espacio de legitimidad conseguido a cambio del producto de SUS crímenes y extorsiones, en la conciencia de que sus actividades criminales son ‘material comercial’, de alto interés para trepas de distinto pelaje y procedencia, que conforman determinados hábitat en el entramado social, artístico y pseudopolítico, que les reporta suculentos beneficios económicos y alta rentabilidad de márqueting para darle apariencia política a sus desmanes puramente delictivos y terroristas, en un intento de salvar la cara, el prestigio y la honorabilidad a sus clientes de mayor enjundia, como Presidentes, expresidentes y famosos manipuladores del arte de vivir y del arte de explotar el dolor y el drama ajeno.
En fin, a pesar de todo ello me felicito por su vuelta al mundo ‘libre’ y les deseo lo mejor para ellas y los suyos, quedando con la duda de qué puede ser peor, si ser rehén de las FARC o tener una deuda de por vida con un tipo como Chávez, y con la duda de como se negocia, de forma selectiva, la libertad de tres personas, que eran dos, de entre un grupo mayor, excluyendo o discriminando al resto. ¿Acaso el resto no son fotogénicos? ¿Los excluyó el ‘director de fotografía’? ¿O simplemente pujaron remedando las subastas de ganado?
Clandestino
UNA NACIÓN QUE SOSTIENE UN ESTADO CRIMINAL, ES UNA NACIÓN CRIMINAL. La estupidez de aquellos que exigen derechos violados a los ajenos, aceptando los privilegios legales de un estado criminal, labran su propio fin como nación y como pueblo libre.
jueves, enero 10, 2008
domingo, enero 06, 2008
Viejas y conocidas monas vistiendo viejas y conocidas sedas.

Tras una legislatura en la que el Ejecutivo y la Constitución no han disimulado su mutuo desprecio e inevitable aversión, eludiéndose hasta situarse en sus respectivas antípodas, los unos en las de la otra -de la misma forma que ha sido no menos ostentoso, el desprecio y acoso del ejecutivo hacia las víctimas del terrorismo y hacia las familias o colectivos manifiestamente contrarios a la ostentosa renuncia del ejecutivo a su deber a asumir el gobierno de España, o en su defecto el de dimitir- se me hace difícil asimilar la exagerada y ostentosa lealtad y querencia, actual, del mismo Ejecutivo hacia la misma Constitución.
Una vez demostrada y convencido de la inane y exigua resistencia de la oposición, ha creído descubrir en la Iglesia ‘al Satán’ que dirige y planea las acciones que golpean en su línea de flotación, hasta hundirlos al nivel del inexistente Rajoy, insistiendo en su línea de desprecio e insulto a la inteligencia popular, a la que sigue creyendo fácilmente engañable y manipulable, en su totalidad. En este su pobre razonamiento, creen que si anulan a la Iglesia atajan su problema. En ello centran últimamente el tonelaje de sus carencias como única virtud destacable, y no pasa ni un solo día sin alguna novedad al respecto, simulando lealtad a la Constitución y a la ley, elevándolas sobre cualquier imposición moral o acto de fe religiosas.
Aunque no han hecho méritos para no pensar que siguen mientiendo, como siempre, en un torpe ardid para captar votos, voy a aprovechar para recordarle que tiene razón, en aferrarse a la Constitución y a la ley -pero a la democrática, no a sus leyes políticas contra derecho impuestas extorsionados o complaciendo a sus manipuladores- como elementos por los que se debe regir la Nación. Esto claro giro y amor legal y constitucional, demuestra que antes estaban fuera de la ley, por tanto delinquiendo, los tres años y medio que ha ocupado el Estado de espaldas a esa misma Constitución y a su legalidad a la que ahora adoran, pero que siguen imponiendo sus leyes y sectarismos criminales a una gran parte de la Nación, desde la agresividad connivente, con sus largamente favorecidos y apandillados barriobajeros nazis, lobby gay o diversos gruposfavorecidos, destacando la SGAE.
No es tarde para reflexionar e incorporarse al mundo de la legalidad, empezando por purgar sus delitos entregándose a la justicia. El no hacerlo demuestra que su grotesco y esperpéntico plan engañabobos –que me hace pensar que retomará la senda del delito en cuanto que vuelvan a reocupar el Estado, si conseguen engañar a suficientes ingenuos para sumar a la ‘federación’ de pandillas de beneficiarios y apesebrados- está claro, como lo ha estado siempre. Detener a asesinos, a los que seguramente luego les serán retirados los cargos, o soportar la aversión que les produce la honradez o el Estado de Derecho, no les reportará más votos que los que ya no tengan seguros. Rasgarse las vestiduras con la Iglesia no engañará a nadie. Esta es una Institución de dos mil años. No nos hagan pasar por el trance de hacernos creer que la acaban de descubrir. Todos sabemos lo que es y como es. Sabemos que el Estado debe ser aconfesional pero no anticatólico, ni perseguir a los católicos.
Todos sabemos que los gays, los autores o los políticos tienen derechos, pero también los católicos, los niños, los heteros, los trabajadores, los comerciantes o los desamparados bajo la tiranía nazi del hampa nacionalista, sin necesidad de invadir los de estos para satisfacer intereses, que no derechos, de los grupos de presión y extorsión.
Seguir llamando democracia a una situación de extraño galimatías dentro de un caos autoritario y chapucero, es lo más parecido a una captura obtenida de un mal corto animado, o un vulgar remedo absurdo de Groucho Marx. Todos sabemos que muchos instrumentos para el expolio y la represión, elevadas a rango de ley, son imposiciones contra la Constitución, contra la moral, contra la ética, contra la honestidad y contra la cultura cívica y progresista. Sabemos que, como toda imposición criminal, es agresiva contra la libertad, la paz y la convivencia. Ya que ser unos fuera de la ley, es su única posibilidad de ocupar y prostituir las dependencias del Estado, al menos que no nos obliguen a creerles y a soportar su falsedad.
Clandestino
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