
Así aconsejó el que acabara siendo Santo Thomas Becket, a su señor el rey Enrique II, de Inglaterra, cuando aún era su canciller y amigo. Mucho ha llovido desde inicios del s XII hasta nuestros días, pero algunas de sus 'mejores' costumbres y estrategias, siguen siendo de gran utilidad, para relativizar confundiendo el bien con el mal o lo legítimo con lo ilegítimo, sacando beneficios al autoritarismo criminal bajo apariencia democrática y con el apoyo incondicional del grueso de sus víctimas embaucadas y fanatizadas con el gran camelo ideológico.

El mundo está lleno de zorras en una persistente caza de gallinas. No podemos pretender pedir garantías a nuestras gallinas cuando delegamos en las zorras la responsabilidad de su custodia. Si ponemos a nuestros enemigos al mando de nuestro poderes, incluyendo la administración de nuestros recursos y el mangoneo de nuestras leyes, solo podemos esperar lo que ha sucedido. Hemos sido objeto de un miserable golpe de estado, sordo y encubierto que ha reemplazando nuestro estado y nuestra legalidad constitucional, según han ido ocupando sus espacios y malversando nuestros poderes con leyes contra derecho, hasta engullir nuestros recursos y triturar nuestro estado democrático.



De igual forma todos vimos la 'impotencia' policial para combatir a los 'manteros' que 'pusieron al borde de la extinción' a nuestro amplísimo elenco de la gran vividuría "cultural". La misma impotencia se volvió eficacia extraordinaria, en cuanto les fue regalada la ley de expoliar. De la noche a la mañana no quedó un solo mantero en toda la geografía nacional. Usaron miserablente a unos semiindigentes para la legalización de sus privilegios y que sus benefactores golpistas, acopiaran otro importante banco de votos.

Sucesivamente se fueron empleando semejantes métodos, con semejantes resultados, con cebos y triquiñuelas que cegaran el imaginario colectivo difuninado hasta la impasibilidad frente a la tragedia invisible y ya consumada, a manos de la traición y del hampa que usurpa nuestro templo de nuestra soberanía, con la que se han procurado impunidad para ir desmantelando el estado de derecho y desalojando del amparo constitucional y de la justicia a decenas de colectivos y a millones de españoles, convertidos en vasallos y sirvientes, como meras unidades de ingreso para los señores feudales franquiciados por la banda que nos ocupó el estado democrático, en circunstancias tan dramáticas como sospechosas, y por supuesto aún sin aclarar, entre otros bochornosos espectáculos, donde el manoseo indecente y angustioso culminado con la venta a precio de saldo del derecho nacional, es repugnantemente representado en el feudalismo medieval del estatuto catalán poniendo a toda la nación a su plena e incondicional explotación por los nazionalistas catalanes, a pachas con los nazionalistas vascos.

Finalmente solo necesitan una labor de 'mantenimiento', para conservar el lustre de sus poltronas mediante el uso criminal del estado, ya apropiado y malversado el poder soberano del conjunto ciudadano, tras fragmentar y confrontar la unidad nacional. El erario público es descaradamente admistrado de forma arbitraria en el despilfarro y el privilegio, pagando 'juergas', voluntades, omisiones y caprichos de unos/as, con la privación, el sudor y la sangre de otros/as, vendiéndolo como algo justo y necesario, usando los recursos del estado como un descomunal y mafioso juego de untes, privilegios, discriminaciones y exclusiones, siempre legales, con lo que construyen un poder bastardo sobre el que patean y se defecan en el poder legítimo de la nación, privándola de su estado soberano, demolido con la tiranía de otro paralelo, en constante acoso y derribo sobre todo aquello que represente responsabilidad, esfuerzo y valores, y que se aferra a un concepto de la legalidad como bastión del derecho y de la justicia, siendo los únicos colectivos que presentan una débil resistencia contra el agusanamiento general a manos de redes y 'cordones', organizados o no, en mafias de omisos y corruptos o en hampas o lobbies como ETA, feministas, gays, nazis, titiriteros, nazionalistas, banqueros, gobiernos municipales y autonómicos, anarconegreros, defensores del pueblo, sindicatos, anarcocapitalistas, corruptos propios y extraños, ONGs, untados, renegados, embusteros... con unos excelentes resultados en sus metas y depravación, que consigue las cotas de omisión necesarias, para la anulación plena en todas y cada una de las instituciones y órganos que componen el denostado estado democrático.

Esto ha dejado nuestra legalidad Constitucional, inutilizada en su función de garante del derecho democrático, hasta quedar hecha un auténtico colador infecto que se diluye en la purulencia de la propia casta política a la que le hemos permitido corromper su debida tutela y gestión, impidiendo la más mínima gobernabilidad de España, en una imperdonable omisión del primer deber de todo ciudadano en la defensa y merecimiento de sus derechos. Esto supone la definitiva consolidación de la tiranía fascista en el estado español. España queda sin gobierno con un estado a la deriva, con unas bandas que pululan sobre él, como ratas por un queso.

Ningún individuo u organización, elegida o votada para gestionar el estado, queda bajo ningún concepto legitimada para delinquir, ni contra ni en nombre de la nación, en un uso partidario y sectario del estado o de la ley, por muchos votos que obtenga. La violación de cualquier derecho, legal o no, siempre es criminal y los que promulgan leyes para violar cualquier derecho, también lo son, por muy electos que sean. Ningún delincuente puede gozar de inmunidad ni mucho menos de impunidad, debiendo ser privado de su libertad e inhabilitado para cargos públicos. Un Gobierno que hace un uso criminal del estado, no es más que una una vulgar banda de delincuentes y estos deben ser perseguidos por la justicia y desalojados de los espacios reservados a la decencia. A falta del amparo de la justicia por parte del estado ocupado y omiso, cualquier colectivo o ciudadano esta obligado a articularse, en el deber y la responsabilidad de perseguir y erradicar el crimen del estado hasta su total recuperación, por todos los medios.

Clandestino