viernes, septiembre 02, 2005

Discriminación “positiva”. Suma y sigue.

"Una democracia no está segura si el pueblo tolera el crecimiento de un poder privado hasta tal punto que se convierte en más potente que el propio Estado democrático. En esencia, eso es el fascismo". Franklin Delano Roosevelt


Parece que queda aprobada la comercialización y uso de un artilugio para cazar a violadores. El artilugio es una especie de caperuza similar a un preservativo, que la mujer se introduce en la vagina, con la abertura hacia fuera, de forma que el pene, del eventual violador, se introduciría en su interior y mediante una especie de clips con bordes a “contra-pelo”, que produce un fuerte dolor, se queda acoplado y aprisionado de tal forma que solo es posible deshacerse de él en una clínica, por personal sanitario, con lo que se descubre su incursión amorosa nada romántica.

Ojalá se erradiquen totalmente ese tipo de individuos, entre otros.

No obstante al asunto hay que ponerle sus “peros”. Tal vez sea un artefacto eficaz para cazar a violadores, pero también para aparentar evidencias que imputen a hombres que no lo son. Puede ser utilizado para venganzas y ajustes de cuenta –contra el ex marido, el jefe, el vecino, el cuñado, el policía...- con relativa facilidad. Con lo que el invento puede ser utilizado como arma agresiva para resolver cuentas muy distintas a la defensa personal.

Se sigue abriendo la brecha. Se aumenta la distancia que permite la convivencia lógica y distendida entre personas normales. Nuevamente el delito contra la mujer se utiliza para aumentar la indefensión del varón, generando dependencia de los instintos de las féminas, que, igual que ocurre con los varones, no todas son tan víctimas ni tan cándidas. Especialmente las feministas dispuestas a explotar el filón del “talante” hasta que podamos ser fritos en manojillos como los boquerones vitorianos. Nuevamente el Estado elude el deber y la responsabilidad de proteger a la sociedad mediante la erradicación del delito. Esta vez no criminaliza a la sociedad. Esta vez la mitad de la sociedad somos varones. Como es “lógico”se recargan las ansias de poder feminazi con más discriminación “positiva”

Por otro lado si la lucha contra el delito, por agresión física, que ofrece el gobierno consiste en armar con artilugios agresivos a las posibles víctimas, absolutamente todas las personas en riesgo de agresión pueden optar por armarse ejerciendo el derecho a legítima defensa. ¿O cuando un hombre es acuchillado, o tiroteado, o apaleado no es agresión? Entiendo que los “políticos” absorban casi el cien por cien de los efectivos policiales, para su seguridad –no les recomiendo que vayan solos, sus victimas son muchas, millones, y no todos mansos- y nos abandonen a nuestra suerte conviviendo con el mundo del crimen y de los orates, pero tienen que reconocer que no nos podemos dejar pringar como si fuésemos guarnición del cocido. Todos colaboramos al sostenimiento del estado. Todos tenemos derechos a unos servicios. Entre ellos la seguridad.

Las leyes especiales que discriminan, criminalmente, al varón, no evitan, como era de prever, los malos tratos ni la media de asesinatos. El mal trato y el número de asesinatos no ha decrecido. Naturalmente, de producirse un mal uso de este nuevo artilugio, las muertes pueden aumentar drásticamente. No siempre la venganza se sirve en plato frío.

No obstante una vez consolidadas y apoltronadas en el poder que les concede la regulación de la selección excluyente que priva al varón del inalienable principio de igualdad, ya no necesitan manifestarse para exigir medidas. Que vivan o mueran mujeres, ya no es el objetivo. Ahora de lo que se trata es de, vista la facilidad de manejo que presenta el custodio de las lindes legales, marcárselas virtualmente ajustándolas a su imagen y semejanza, aunque no sean reales, con el único esfuerzo de mantener acolchada y cálida la comodidad del talante.

Ya se sabe, cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue...

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