jueves, agosto 18, 2005

Discriminación “positiva” o como tomar el pelo al personal

""Una juez de Murcia ha dejado en suspenso la sentencia sobre el caso de un matrimonio en vías de separación que discutió por el coche, discusión en la que la mujer resultó presuntamente agredida al ser fuertemente sujetada por las orejas. El motivo alegado por la magistrada es que si la agresora fuese la mujer, la condena sería menor que la que corresponde al marido, por lo que ha planteado una cuestión de inconstitucionalidad sobre la Ley Integral de Violencia de Género, según publica hoy ‘El País’. 16-08-2005 CADENASER.COM””


Mis felicitaciones a Doña María Pozas, jueza de Murcia, a Doña Laura Alabau, jueza de Denia y a Don Javier García Sotoca, juez de Telde, y seguro que son muchos mas, por ejercer con oficio enajenándose de la presión mediática y con valor ignorando las presiones tercermundistas que segrega el hábitat político de nuestro país.

Me parece de lo mas sensato y razonable. Es poco pero alimenta las esperanzas de que en el mundo de la justicia surga gente con oficio y que actuando de tal, filtren algunos de los múltiples gazapos que se intentan colar con disfraz de ley, hasta que, poco a poco, se generalice una cultura de jueces para la justicia, y no para cualquier ley, y que se transmita a siguientes generaciones. Lo que me parece increíble es que hasta ahora nadie lo haya hecho, lo que demuestra la falta de autonomía de los jueces a la hora de impartir justicia, limitándose a aplicar la ley, desde el convencimiento de que así evitan errar.

Constantemente el político amenaza con que nadie puede saltarse la ley. Creo que los jueces deben vocear bien alto y claro que nadie puede saltarse la justicia, ni con ley ni sin ella. Es la justicia, y no la ley, la que debe estar por encima de cualquiera, sin dejar de servir a todos. La ley es el útil donde el juez se referencia para impartir justicia, pero si es contraria o no sirve a ésta, entonces no vale, hay que romperla y arrojarla al molar, por mucha ley que sea.

Nuestros ocupas políticos generalmente “legislan y gobiernan” llevados de la mano de los distintos poderes fácticos y grupos de presión, desamparando totalmente al ciudadano como individuo.

Legislar para reforzar la justicia suele ser bastante difícil y complicado por la complejidad de las innumerables incidencias y efecto dominó que puede producir la aplicación de una ley sobre un aspecto cualquiera. Incluso sobre algo que en principio parece trivial o liviano. De ahí que la creación y aplicación de leyes sea tarea larga y concienzuda hasta depurar absolutamente todos los posibles efectos sobre los derechos e intereses de la sociedad en general y las posibles interferencias sobre otras leyes ya aprobadas.

“Legislar” para las urnas o garantizar intereses políticos y económicos o satisfacer aspiraciones sociales de grupos de presión determinados, no requiere ningún esfuerzo ni atención especial. Basta con vaciar la cavidad cerebral y pensar con el trasero mientras se defeca. Después de todo esa “ley” o norma o aborto anal, está condenada a ser una mierda de por vida. Lo que a corto plazo obliga a parchear en un desesperado ejercicio de obcecación intentando limpiar la mierda con mierda. Apagar el fuego con gasolina.

La discriminación es simple y llanamente discriminación. Selección excluyente. Privar a alguien del principio de igualdad. La discriminación es el esperma que fecunda la segregación marginal, preñando una sociedad abocada a parir generaciones nazis. Sin duda ninguna, vender la discriminación como positiva es tan contradictorio como pretender hacer justicia discriminando.

Una vez conseguido el pleno acceso al mercado de trabajo, a la formación académica o a la igualdad de oportunidades para progresar según méritos y valía, no les apetece competir, y las señoras feministas logran imponer, por ley, un trato discriminatorio a su favor como vía para corregir las barbaridades y desastres resultado de las discriminaciones “positivas” anteriores.

Definitivamente esa ley abre una amplia brecha, tal vez insalvable, en los conflictos de pareja empeorando la situación. Esa ley esta fracasando en su principal objetivo de erradicar los malos tratos. Esa ley empuja a los marginados, por ella, a cometer peores locuras desde la desesperación de su mayor indefensión.

¿Tan difícil es adaptar y aplicar el código penal a los asesinos, violadores o maltratadores, sean del sexo que sean? ¿Así sin mas? ¿Han permitido el asesinato de decenas o centenares de mujeres para justificar una ley infumable, existiendo un código penal que castiga el crimen? ¿Van a inventar una ley especial para los asesinos de negros? ¿Otra para los asesinos de ancianos? ¿Otra para los bajitos? ¿Los rubios? ¿...?. ¿Legislarán desde la discriminación positiva para cada colectivo que lo solicite?

¿O para estos colectivos sí vale el código penal solo porque no reúnen votos suficientes para ser “obsequiados” con una privilegiada discriminación “positiva”?