miércoles, enero 23, 2008

Delincuentes y tiranos legitimados por sus víctimas esclavas.




Según Wikipedia, solo dos grandes naciones del mundo, A. Saudí y Birmania, tienen la ‘decencia’ de autoproclamarse NO democráticas, junto a los pequeños estados de Omán, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Bahrain, en la península Arábiga, y Bhutan, al suroeste de China. El resto de estados democráticos, terroristas, tiranos o chanchulleros de todo tipo y pelaje, se autoproclaman democráticos, incluidos algunos tan ‘ejemplares’ como Cuba, Corea del Norte, China, Iran o Libia.

Ya sé que es incoherente adjudicar la virtud de decencia a un estado que se declara así mismo como dictadura, pero además de incoherente es indecente reconocer decencia a democracias que son simples antros de ejecuciones, discriminación, estafa, traición, fanatismo, enfrentamientos o explotación, en su mayoría.

Esto nos lleva a una inevitable reflexión sobre la democracia en su parte de verdad y en su parte especulativa o en una como medio de obtener la otra. Las naciones ven en la democracia la posibilidad de revocar la tiranía criminal de sus regidores, pero caen en todas las trampas y artilugios que estos utilizan para neutralizar o empeorar la situación anterior, con la única salvedad de hacerlo por propia voluntad de sus víctimas, reduciendo, manipulando y controlando su libre albedrío. Convirtiéndolos en esclavos mediante la promulgación de leyes, “por su bien”

Una buena legalidad constituida y refrendada por el pueblo da un carácter de indudable e irrevocable gestión de la misma, por un Estado de Derecho. Más cuando se articula la posibilidad de que cada cuatro años se puede renovar o revocar la confianza al ‘contratista’ anterior que provee de los servicios contratados, eligiendo al que la mayoría considera el mejor sustituto. Lo que ocurre durante décadas ante nuestras propias narices, no lo detectamos hasta que la opresión y falta de aire, nos hace reaccionar y vemos con tanto desencanto como desesperación, que los que creemos nuestros servidores públicos no son mas que vulgares criminales que nos han atado de pies y manos con nuestra aprobación mediante el voto y la sucesión y suma de leyes antidemocráticas que terminaron relegando la Constitución al portarrollos situado junto al inodoro, permitiendo que una camarilla de ladrones y mafias dedicadas a diversas actividades criminales, alguna legalizadas por ellos mismos y así mismos, nos tienen atrapados e inmovilizados mediante leyes criminales al efecto, la división étnica o territorial y el fanatismo ideológico fácilmente inoculado y alimentado, sobre una población previamente vaciada de la capacidad de razonamiento o desarrollo cultural, a lo que hay que sumar el hecho de que las FF.AA, FSE y resto de poderes, bajo su mando y control, parecen dispuestas a actuar contra sus víctimas a la voz de ¡ya¡.

La unidad nacional priorizando la defensa a ultranza del Estado de Derecho, sobre la pluralidad étnica, cultural, ideológica o confesional, como única garantía de los deberes, derechos y libertades democráticas constituidos y gestionados para que el Estado sea verdaderamente de Derecho, son sibilina y villanamente triturados malversando el poder soberano de la Nación, contra ella misma, bajo la mentira, la ley criminal, el enfrentamiento, la estafa y el expolio de las bandas criminales que han ocupado las instituciones, bajo el aspecto aparente de partidos políticos, ocupando los estados por la puerta grande, abierta de par en par, por la legalidad democrática, contra la que siempre han combatido a lo largo de la historia. Afincan y consolidan su condición de feudales explotadores, sustituyendo la desagradable, ruidosa y molesta represión de sus fuerzas armadas, dejando estas en reserva y espera, utilizando los múltiples agujeros de las bondades democráticas, por los que colar sus intenciones y alcanzar sus fines, con la propia colaboración de sus víctimas.

Cuando los hechos son consumados y el pueblo se descubre así mismo como un idiota, cobarde y sumiso, observa avergonzado, hundido y ajeno así mismo en el consentimiento de dejarse sodomizar en sus derechos fundamentales y en la omisión de defendérselos a sus generaciones futuras, vive sin vivir en su silencio atormentado por saber lo que sufre, el origen del sufrimiento y su responsabilidad en producirlo, pero sin saber como remediarlo, sin saber cuantas de esas almas en pena que comparten el frío silencio de su cárcel monocolor en el mugriento residuo común, de sí mismos, dispondrán de la dosis de dignidad mínima y necesaria para elaborar el suero del valor y la esperanza que permitan recobrar la vida y los deseos de conquistar los méritos para vivirla, comprendiendo que nadie sino ellos mismos, tendrán que despejarla de la mugre y de los mugrientos carceleros que en su momento dejaron que los encerraran robándoles el aire y su libertad.

“Para que el mal triunfe solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada” Edmund Burke

Clandestino

domingo, enero 20, 2008

La mentira política y democracia suicida




Puede estar justificada la mentira, sobre aspectos de la vida cotidiana como, entre otras, en aquellas situaciones en las que solo se puede optar entre ejercerla o generar un daño cruel y gratuito, o la reprobación vergonzante hacia una actitud grosera o entrometida, que incluso pueda llevar a una poco deseable refriega típica de arrabal. Sin ser legítima, a veces la justifica el miedo, la vergüenza, pérdidas patrimoniales, autoinculpación, amor o lealtad...

Un político con cargo público, podrá evitar publicitar la verdad, en base a la seguridad nacional, siempre y cuando informa al elenco político, con representación parlamentaria, o en su defecto a sus líderes. Pero mentir sobre las actuaciones inherentes a su propio servicio, solo puede tener como finalidad engañar al ciudadano con la ocultación de una actuación delictiva, ilegítima o vergonzosa. Siempre que el engaño oculte una actuación o actividad delictiva, la mentira se convierte en un delito añadido al que se pretende ocultar. Mas grave es ese delito cuanto más alto es el cargo que ostenta y cuanto más gravan o más graves son las consecuencias de sus mentiras. Cuando la mentira la practican de forma premeditada, alevosa y continuada sobre hechos graves que afectan a la seguridad ciudadana o del Estado, entonces el delito no puede ser otro que el de alta traición, exigiendo la intervención de los abogados del Estado y de las FSE, procediendo a su disposición judicial.

Cuando un Presidente de Gobierno miente en el Senado o Parlamento, como instancias supremas de la representación de la Soberanía Nacional, entonces ese presidente además de un vulgar delincuente y un traidor a la Nación, de la que es indigno representante, se convierte, a sus ojos, en un miserable y despreciable.

Si una nación, cualquiera, permite que una organización -que ha traicionado al Estado y ha incumplido su legalidad constitucional, mintiéndole con mofa y desprecio, no solo ocultando unos delitos sino en la predisposición de darles continuidad- vuelva a tener acceso a ser reelegido, en votaciones -que no elecciones- democráticas, pero condicionada por lastre acumulado en ilegalidades que compraron y cautivaron votos durante toda una legislatura, entonces la Nación acepta la quiebra del Estado de Derecho y asume la condición de criminal o antidemocrático del nuevo régimen al que permite afincamiento y acomodo en lo que dejan de ser Instituciones democráticas, aceptando así mismo la invalidación automática de su legalidad constitucional, pudiéndose dar la original paradoja de que un estado constituido democráticamente, sea ocupado, mediante votaciones democráticas, por una banda totalitaria y organizada para actividad criminal, contra la nación que los reelige para reocupar su estado, en el conocimiento y conciencia de que será un estado tirano y criminal, que no le dará más opción que su total sometimiento a la banda.

No. No es un galimatías o trabalenguas tratando de discernir sobre un absurdo ficticio. El absurdo es real y se está escenificando en la muy culta, civilizada y vieja Europa.





Clandestino