domingo, mayo 22, 2011

El pueblo es el poder. El estado su instrumento. El gobierno su servidor.





El estado es un conjunto de órganos de gobierno, equipados con medios humanos y materiales, para proveer los servicios comunes de la nación, mediante gestión, supervisión y coordinación de una serie de políticos elegidos y pagados con ese y único fin y única competencia, desarrollada desde la plena subordinación al poder de la soberanía popular debidamente articulada en la Constitución.

La soberanía popular es el Poder. El estado es su instrumento de su propiedad. El Gobierno su servidumbre subordinada a su poder.

Cuando en un sistema constituido e instituido democráticamente, la servidumbre prostituye o se margina de la ley, traicionando a la soberanía popular malversando su poder y corrompiendo su estado de derecho, con fines de poder y lucro, u otros fines igualmente bastardos, el ciudadano tiene la obligación ineludible de ejercer su poder contra el crimen organizado en su estado. No es solo un derecho sino un deber democrático ineludible, sin cejar un milímetro ni titubear un segundo, hasta recuperar el total restablecimiento y control del orden constitucional que garantice la supremacía del poder soberano del pueblo, como único poder y al que se someten todos los poderes que delega. Sus cuyas leyes solo serán reconocidas y acatadas como tales por justas, y cuando instrumenten a la Justicia desde la absoluta igualdad ante ella, para prestar las garantías del estado de derecho, en la coexistencia de todos los derechos.

Siempre he defendido y defenderé el movimiento ciudadano como ejercicio de control democrático imprescindible sobre su servidumbre política, como única garantía existencial y funcional de su estado de derecho. Ese protagonismo popular es un deber ineludible y tiene que ser ejercido en la rigurosa exigencia vindicativa de lo común, mediante el movimiento cívico y masivo de personas, rigurosamente exento de cualquier connotación ideológica, militancia o credo. Solo de lo común, como único elemento que justifica la necesaria gestión desde el estado, así como su sostén y la existencia misma del propio estado.

Ahora, cuando por fin se está produciendo un movimiento necesario por justificado, ni es justo, ni es democrático, ni sirve absolutamente para nada, dando al traste con las grandes expectativas generadas a nivel nacional e internacional. Tras leer su paupérrima tabla vindicativa, no cabe la menor duda de que el crimen organizado y plácidamente asentado en el estado español, debe estar disfrutando felizmente de su gran suerte y buen hacer, comprobando como estos vástagos presuntos enemigos de sus delitos, fueron debidamente amaestrados por sus psicólogos escolares, y que si bien sienten el dolor de las dentelladas que les producen sus injusticias sobre ellos, se revuelven en la total y absoluta discapacidad para otear el verdadero peligro que se cierne sobre ellos y mucho menos localizar y erradicarlo en su origen. Sienten el dolor pero ignoran totalmente quien, como y de donde proviene. Se han plantado sus anteojeras y se han montado sobre su radicalismo, dirigiendo “su calle y su plaza”, exactamente con el mismo despotismo, desprecio e ignorancia con el que zp rige a “su España”.

De nada sirve rascar la superficie de un crimen organizado en el estado durante décadas malversando los recursos, prostituyendo la ley y corrompiendo las instituciones del estado. Llegados a este punto solo cabe dirigir el esfuerzo al corazón del mal que lo justifica. Es necesario destruir y limpiar toda la porquería que conforma el estado y la casta política. Hay que sacar a relucir los redaños inherentes al sentimiento de libertad, creando las condiciones por las que queremos regirnos como nación libre, a cuyo poder queden sometidos todos los poderes delegados a nuestro estado.


España necesita una profunda reforma política y constitucional blindando la supremacía del poder soberano popular desde el blindaje de la Justicia como garantía al estado de derecho, rigurosamente bajo control democrático de esa soberanía popular, cerrando todo resquicio a la rapiña.

La Constitución, sus garantes, la ley, la casta y las instituciones, son un auténtico coladero del crimen en el estado. Si este movimiento se limita a las cuatro banalidades que vindica, el fracaso será estrepitoso pero sobre todo grave y dramático. Sobre los escombros del fracaso, nadie podrá dar solidez a los muros del triunfo. Sobre el fracaso y la frustración de decenas de miles de personas en las calles y millones en sus sentimientos, será difícil renovar la ilusión y entusiasmo para volver a sacarlos a la calle, dispuestos a todo por su libertad.

Por tanto y conociendo a zp y a las camarillas que suplantan la honorabilidad y decoro que se le presupone a la servidumbre política, la cuestión es si este movimiento es espontáneo con fines legítimos o es dirigido con fines espurios hacia un estrepitoso fracaso, que neutralice toda iniciativa de crear otro movimiento auténtico. De un gobierno capaz de integrar el terrorismo en el estado, cabe la sospecha de ser los espónsors de este movimiento, anticipándose a uno serio y debidamente organizado -para barrerlos del mapa y de la historia- como una especie de airbag que amortigüe sus efectos devastadores, escenificando una vulgarización previa que lo desvirtúe en su necesidad, contamine en su legitimidad y lo ridiculice en sus modos, haciendo poco probable que alguien se sienta tentado a repetirlo. Después de todo, sus protagonistas son afectos al régimen criminal acantonado en el estado. Y nadie puede poner en duda, que ese régimen está encantado con este movimiento, que si fuera autentico y serio, a estas horas la Interpol tendría orden de busca y captura del gobierno español en pleno, junto a sus camarillas, por todos los rincones del planeta.

Esto apesta a tácticas propias de la calaña que gestiona un estado en el que se hacinan a la caza y captura de sus intereses bastardos y comunes, asesinos, mafias, nazis, corruptos, traidores, sindicatos, renegados, parásitos, omisos y capataces negreros de la casta, sirviendo en bandeja de plata a banqueros y grandes empresas la indigencia de millones de españoles.

Sin ninguna duda, este movimiento apesta a estado zp.


Clandestino