jueves, noviembre 20, 2008

Era un estado este mercado.



Cuando la sociedad permite que su estados sea ocupado por criminales, tiene que asumir las consecuencias de su irresponsabilidad. El estado creado para servir el interés general y garantizar el derecho colectivo e individual, de cada uno de sus miembros de su nación, se convierte en un vulgar mercado de intereses corporativos que hunden a la nación en la más miserable covacha de criminalidad fascista a manos de depravados y miserables, imponiendo el crimen, el caos y la desesperanza en la humillación del sometimiento o la anexión a los tiranos.

En este circo de descontrol y desorientación relativista, se achican los espacios a los valores y principios de la decencia y se le ganan al crimen que llega a gozar del favor o la omisión de la ley que los libra de la justicia, y la maldad de los más degenerados encuentran sus espacios, incluso hasta la osadía de ser reivindicados públicamente.

El crimen por excelencia más humillante y degradado, donde se pierde la condición de humano, es el abuso impune y a veces inmune, de los pederastas, cebando su infecta degeneración sobre lo mejor y más inocente de la especie humana: sus niños.

Quien no sea capaz de sacar un mínimo asomo de amor, ternura o instinto de protección ante la inocencia pura y el desamparo absoluto de un niño, queda automáticamente relegado a niveles inferiores al de las peores alimañas. Es sabido, y en numerosas ocasiones ha quedado demostrado y evidente, que la mayoría de estas, lejos de dañar a un niño, les dispensan protección y cariño. Cuando un humano rebaja sus instintos a niveles inferiores al de esas bestias, no puede gozar del derecho y consideración de humano.



No pueden gozar de derechos humanos quienes actúan con menos sensibilidad que un gorila o una loba. Entre los que ostentan la sensibilidad humana que nos diferencia de las bestias, y los pederastas, hay millones de animales que merecen esos derechos, mucho más que un pederasta cualquiera.

La deshumanización de la que hacen gala estos criminales, obliga a retirarles su estatus de personas, así como el uso y disfrute de los derechos inherentes a las mismas. Si son peores que las peores alimañas, deben compartir las mismas condiciones de vida que esas alimañas.

No puede haber piedad ni respiro para estos gusanos. Lo menos que podemos y debemos hacer, contra esta lacra, es denunciarlos, en el mismo instante en el que sean detectados.

Policia Nacional Email denuncias.pornografia.infantil@policia.es

Guardia civil http://www.guardiacivil.org/telematicos/formulario.jsp

Protegeles http://www.protegeles.com/

Teléfono 91 74 00019 E-mail contacto@protegeles.com


Clandestino