jueves, septiembre 04, 2008

Descarada deriva criminal del Europarlamento.



El mayor crimen , el más perseguido y el que más muertos ha causado, a lo largo de la historia de la humanidad, es aquel que viola los derechos fundamentales de la comunidad humana.

Los pasos de la humanidad hacia la búsqueda del ideal de convivencia, se cuentan por cruentos conflictos y enfrentamientos a los que nos lleva una y otra vez, el crimen organizado, empeñado en impedir el normal desarrollo evolutivo, que permita su extermino definitivo, manteniendo al mundo en un sangrante estancamiento belicoso, entre el progreso y el hampa. Una y otra vez, sortean obstáculos manipulando la ley, y desacreditan y arrollan los éticos y morales, reocupando los poderes de los estados, para desde allí nuevamente desgajar y destruir los logros obtenidos por la civilización, hasta hundir a la humanidad bajo el acaparamiento de recursos y la indiferencia por la vida ajena. Una vez más el escenario está dispuesto para acoger el dramatismo y el dolor sobre el que se escribe el guión de la historia de la humanidad. Occidente es autor y actor, pero de forma suicida. Contra sí mismo.

La UE, de forma insólita, está a punto de reconocer y legalizar el crimen de estado, violando la privacidad de las comunicaciones y el derecho al libre acceso a la información y a la cultura, en un titánico y cavernícola esfuerzo por proteger el gran negocio de rentabilizar la ignorancia y el sometimiento. En alguno de sus estados, como el español, la democracia es una lejana utopía, desde el golpe de estado camuflado bajo una criminal concentración de poderes, con el que acceden al control delictivo del estado, por encima de su legalidad constitucional, cuya actividad está bastarda y humillantemente al servicio del lucro, protegido con una miserable indefensión y desamparo al derecho ciudadano y desprecio por sus intereses generales. No debe ser solo el estado español el único estado criminal de la UE, cuando se cuela, y no de rondón, el debate para promulgar leyes contra derechos fundamentales de los ciudadanos de la Unión, teniendo el lucro como único objetivo, en lo que sin duda sería un macrogolpe de estado, tan bestial como tercermundista. El precedente puede tener consecuencias brutales, en cuanto que este ejemplo cunda en todo el mundo. Los ciudadanos quedarán sin instrumentos legales que garanticen sus derechos. Solo les queda retornar a la época de las cavernas y organizar su supervivencia según su fuerza.




Una vez más, esta vez todo un continente, se encuentra en la dramática situación de ver como peligran sus derechos, violados por sus propios estados mantenidos a precio de democracia. Como empieza a ser habitual, una vez más los agresores son los propios garantes de esos derechos, organizados como es habitual, en mafia corporativa coaligada para su actividad delictiva, formada por las castas políticas que dicen representar a las naciones de la UE, las que irremisiblemente serán agredidas, por ellos, en una provocación tan humillante como criminal, cuya respuesta tendrá que ser inevitable e irrevocable, con toda la dureza necesaria para vencer, porque no puede haber término medio, cuando está en juego la dignidad y el derecho de una macrocomunidad como la europea, con más de trescientos millones de víctimas potenciales. Europa no puede ser regida por el crimen. Los europeos no podemos permitirlo, cueste lo que cueste.

La UE se convierte así en un polvorín cuya mecha está encendida y el reventón asegurado. Independientemente de lo que pase en Bruselas los días 21 al 25 de septiembre, los ciudadanos debemos organizarnos para que los delincuentes de sus estados sientan el peso de la justicia aplicada de nuestra mano, ante la privación y control criminal de la que pagamos. Si el crimen ataca, es nuestro deber responder. Somos muchos más, nos asiste la razón y el derecho y nos lo exige el deber.

Clandestino