lunes, julio 14, 2008

Legalizando ideas para impedir derechos.



Congreso del PSOE o más de lo mismo. Radicalmente se legalizarán las ideas radicales y, como es habitual, a los derechos que les den, por donde habitualmente les suelen dar. Hacen un uso arbitrario de las instituciones y recursos del estado, para imponer una ideología incrustándola en el ‘Imperio de la Ley’, con el único y descarado fin de situar el derecho fuera del alcance de sus titulares.

No faltaron ideas de claro corte progre, cívicas y sociales, especialmente útiles para su propaganda de humo, donde abundan las contradicciones y mensajes para subnormales. Solo voy a destacar la legalización de alguna ‘idea’ como la ampliación de la ley del asesinato, también conocida como ley del aborto. De propina también tratarán la ‘idea’ de la eutanasia. Se puede observar claramente que el ideario socialista de este P$O€ , gira en torno al derecho a la vida. Al derecho a disponer de ella, cuando sus poseedores están en clara indefensión: Niños no natos.




Como no, ampliarán la persecución al cristianismo, con leyes especiales que refuercen la ‘laicidad’ del estado, con el fin de “garantizar la libertad, la convivencia y la pluralidad de creencias”. No dijeron nada de regalar capirotes ni meter el dedo en la boca, conformándose con la tomadura de pelo, solo de forma verbal. Lo de la eutanasia reconozco que pueden darse circunstancias en que sea justificada como acto de caridad. Pero en vista de la evidente falta de escrúpulos y de rigor de los ocupas del estado, puede convertirse en una puerta más para dar rienda suelta a sus desmanes, delitos y corruptelas.

En la mayoría de países europeos, y muy especialmente en España, donde la corrupción es general y ya no engañan a nadie, a pesar de continuar escondiendo sus delitos, tras sus cansinos cacareos democráticos, sobradamente conocidos sus intestinos laberínticos de trampas y obstáculos, con leyes, ideologías y mucha mentira, para corromper al estado, agusanando las esencias democráticas, hasta subordinar el derecho, relegándolo a la prioridad de la consigna, incluso hasta la renuncia, bajo la presión y extorsión del poder y de toda la basura ideológica impuesta, que los transforman en rentabilidad política y económica, de los legalmente privilegiados. El derecho llega a ser un lujo inalcanzable. Su reivindicación es algo impensable, en cuanto que queda fuera de las posibilidades legales y económicas de cualquier persona decente, de nivel medio hacia abajo. O sea del grueso de la nación. Mientras los demás, simplemente disfrutan de los suyos y del de los desahuciados. Dan lustre y populismo a sus basuras y represiones legales, dificultando o impidiendo el acceso a los derechos.



Se inventan leyes como el que hace churros. Pero en su gran mayoría son leyes contra los derechos. Es decir: revientaleyes o delitos de discriminación o agresión sobre amplios colectivos. Es el derecho el que hay que garantizar y servir, no a la ley. No se trata de acatar cualquier ley, sino de regular el natural y cotidiano uso y disfrute de los derechos de forma clara, nítida e inalienable, de forma que la justicia pueda garantizarlos. El derecho es la gran piedra angular que sustenta y da sentido a la existencia y a la función de la ley y de la justicia, en democracia. La ley solo es válida si proporciona la justicia que garantiza el derecho. Ni puede considerarse, ni debe ser acatada como ley, cuando es contraria a su fin e impide la justicia. Entonces solo es un elemento desechable que atenta contra la paz y contra la convivencia. La ley criminal legitima y obliga, a cualquiera de sus víctimas, al ejercicio de legítima defensa del derecho, como elemento de rango muy superior a toda ley y a todo gobierno. La promulgación de la ley contra derecho, delata y proporciona coartadas e impunidad a los delincuentes encumbrados en los poderes, y a los que el conjunto ciudadano esta obligado a combatir, por todos los medios, hasta su absoluta erradicación, evitando el mercadeo a cuenta de la privación de sus derechos. El ciudadano debe defender e imponer la ley de todos, frente a cualquier agresor, especialmente si representa al estado.

No generan violencia quienes exigen sus legítimos derechos, sino las turbas criminales que se los arrebatan desde sus propias instituciones de su propio estado, contra su deber de asegurarlo. Cuando la gestión del estado es insolvente, inepta o se inhibe del deber de facilitar y garantizar la justicia, los afectados podrán tomarla por su mano, legítimamente. Cuando es el estado el agresor, es derecho y deber del ciudadano, articularse y defenderse contra el delito y la corrupción del estado. Contra el uso y abuso de los poderes delegados al gobierno, por el ciudadano para que le garantice la inalienabililidad de sus derechos. El estado es una propiedad comunitaria de los ciudadanos, para la gestión de sus servicios y necesidades comunes y para las garantías de derechos colectivos e individuales. El gobierno no tiene poder sobre la nación, ni sobre ningún ciudadano de pleno derecho. En el mismo instante que los servidores electos no cumplan con las expectativas de servicios y garantías, que lo justifican, deben ser expulsados o puestos a disposición judicial –caso que este servicio no estuviera sometido bajo el poder criminal del gobierno- con la urgencia justa o necesaria, para evitar la acción de su criminalidad sobre la nación, o parte de ella.



Cuando el estado está completamente podrido, por dentro y por fuera, ya no lo justifica ningún electorado, ni ninguna mayoría. El voto legitima para servir, nunca para delinquir. Solo ejerciendo el deber de la rebelión ciudadana se podrá recuperar el orden democrático y la convivencia. La canalla jamás soltará su presa si no son obligados a ello. O son obligados, o se acepta la cobarde resignación de no ser dueños de la vida o de vivirla en la represión y el expoliado, como esclavo, por el resto de los tiempos.


Clandestino

domingo, julio 13, 2008

Feudalismo y democracia, dos viejos caminos para un único destino.



No es la primera vez que comento sobre la trampa ideológica como forma de suplantar virtualmente, la realidad de la demanda social y su legalidad que dé soporte a la justicia que la garantice. Cuando la ideología legaliza el atropello de derechos fundamentales, sencillamente estamos sometidos a un flagrante régimen de manoseo y tiranía criminal intolerable, delictiva y punible a todos los efectos, por mucho que pretenda ser legitimada con el cuento chino de las mayorías democráticas obtenidas en las urnas, o con pactos y coaliciones mafiosas. La invasión, el atropello, la obstrucción o el impedimento de cualquier derecho individual o colectivo, es delito criminal siempre, aunque se dé bajo cualquier condición o excusa, por mucho formato democrático que lo envuelva. Los autores de esos delitos, solo son vulgares delincuentes mafiosos y pandilleros, bajo jurisdicción de cualquier ciudadano honrado, victima o no, por muy ilustre o majestuosa posición social, jurídica, política o cargo cualquiera que ostenten, y por mucho que legalicen o justifiquen su delito.



La mayoría de democracias occidentales, nunca lo fueron. Nunca pasaron de ser un mecanismo útil para canalizar el conjunto de debilidades, avaricia, estupidez, ruindad y carencias del ser humano hacia intereses concretos, llevándolos a su total dependencia hasta dejarse caer en su total autosometimiento, dándole apariencia y parafernalia de libertad. Se abandonó el látigo negrero por su mal vista brutalidad, pero sobre todo porque mantenía intacta la dignidad del sometido, y se reconoció la igualdad entre todos los hombres, vendiéndose como evidencia de evolución cívica y enriquecimiento espiritual de la humanidad, cuando simplemente se despojaba al esclavo de razones que justificaran el derecho a legítima rebelión contra la explotación, para luego llevarlo a las condiciones en que su única salida hacia la supervivencia, es la aceptación voluntaria de su expolio, una vez malvendida su dignidad en el mercado de las baratijas.
La vulgar estafa del ‘tocomocho’ elevada y sofisticada hasta niveles de prostitución del estado, dando apariencia de humanización, a la teatral, brutal y consentida explotación del hombre por el hombre, por el tradicional sistema del abuso de poder, tan brutal como siempre a lo largo de la historia, por mucho que se oculte tras unos bien montados, decorados democráticos. Valga como ejemplo la aparente y resonada creación de una brigada especial para perseguir delitos de narcotrafico, mientras los camellos vendían, y tal vez sigan vendiendo, drogas con absoluta impunidad en los alrededores de las escuelas y discotecas, a pesar de las múltiples y continuas denuncias de los padres. Por algo somos el segundo país del mundo, tras USA, en tráfico y consumo de cocaína. Eso puede explicar infinidad de carencias humanas y políticas, pero no justifica ni una sola, sino todo lo contrario.



Las técnicas más habituales o frecuentes de estafar a las víctimas, es organizarse en mafias que captan a sus víctimas mediante sistemas de márqueting, basados en vender e inocular sus doctrinas ideológicas que alineen a los individuos evitando su propia capacidad crítica, anulando su carácter y su libre albedrío. Reciclando valores de personas humanas, reduciéndolos a la ínfima cualidad de peleles y piltrafillas rastreros, sin honor ni dignidad. La doctrina ideológica no solo anula al individuo como ente libre, sumiéndolo en el fanatismo, sino que además la antepone al interés general y a su propio interés, en el desprecio a la ley que lo garantiza y ampara, dando apoyo a la que legaliza su destrucción y lo que es mucho peor, la de sus conciudadanos. Naturalmente las doctrinas cristianas, como elemento que refuerza la dignidad y potencian el carácter crítico e independiente del individuo, es la gran competencia a batir. Criminalizan a la Iglesia, acusándola de inmiscuirse en política. Argumento tan pobre, tan miserable y tan mentira como todo el resto de su repertorio. Lo que temen no es a la Iglesia, ni al carácter divino o religioso del cristianismo, en el cual no creen, sino a su componente filosófico que muestra la identidad de la verdad, como referencia del bien y del mal, con aplastante e incontestable facilidad y realismo, que llegan a superar con claridad meridiana, todo el saber, todos los principios y toda la racionalidad de todos los tratados y trabajos de filosofía del mundo de todos los tiempos, aunque tampoco es casualidad que hayan suprimido la filosofía de los planes de estudio, imponiendo su criminal adoctrinamiento ideológico.



Como no puede ser de otra forma, todo ello facilitado por la inestimable colaboración de la tímida o casi inane, oposición, que vive del mismo negocio y que queda a la espera, sabedor que antes o después heredará el derecho a la “explotación democrática” de la nación, o de lo que de ella quede. Y que el Mariano, anda como loco a la caza y captura de ese buen manojo de votos anarco-capitalista adoradores del becerro de oro, y votantes leales de la delincuencia del estado, como buenos carroñeros que no desprecian las facilidades de la inutilidad o inepcia del traidor, que generan corrupción y enriquecimiento ‘como sea’, a la vez que ponen su corazón en la derecha, o como liberales en la blogosfera. El Mariano sabe que por ahí se le ha podido escapar la victoria y se ha apresurado a dejarse querer enterneciéndolos a ver si consigue reconvertirlos en ‘Hijos pródigos’ y realojarlos en sus ‘estancias naturales’. Quedan cuatro años para recuperar la confianza del electorado traicionado y abandonado sin representación política, en los colectivos de víctimas, de familias y de gente normal, honesta y decente. Pero igual que ZP, lo hará con engaño y el truco del enfrentamiento ideológico. Nunca nos vendrá la democracia de su política, ni de la de nadie de la casta que nos ha ocupado, estafado y sometido, hasta sumir a España y a los españoles, en unas carencias de derechos y libertades muy inferiores y mucho más humillantes, que las limitadas por la 'democracia' de Franco.

Clandestino