sábado, noviembre 17, 2007

'La gente', esa masa de pobres sustentando una nación rica

La gente, las personas, son lo importante, y lo son muy por encima de todos los demás aspectos que puedan llenar las agendas políticas de cualquier gobierno. Todo el esfuerzo político será ilegítimo y contra derecho, si no pretende la calidad de vida y el bienestar general, garantizando la dignidad, el libre albedrío, la respetabilidad y la soberanía de todas las personas regidas por el Estado, y a partir de ahí, también colaborar en lo posible con otros estados, con menos recursos.

Nos hemos acostumbrado a que la normalidad política esté exclusivamente orientada en pro de intereses espúreos, en el desprecio o ignorancia sobre las personas, que se llega a ofertar su importancia como una novedad. Nos hemos acostumbrado a que las personas conforman una masa anónima y ávida, como una marabunta molesta que 'gruñe, exige, consume, contamina, come y defeca'. Una simple y vulgar herramienta de usar y tirar, por el político un día de cada cuatro años, para ser arrojado, como ganado, al interés del negrero, sin más amparo y defensión que la piedad del amo y de esa multitud de caudillos radicales, autonómicos y locales, como adalides feudales intocables e incontestables, que infectan el recinto patrio como los topillos de Castilla León, elevados fastuosamente en sus peanas, amparados, avalados y fortalecidos por los gestores del Estado, frente a sus víctimas, mientras la corrupción es una constante que adorna el paisaje institucional, donde parece ser que el que es honesto y trabaja, lo echan.

Todas las actividades políticas de la gran mayoría de los responsables políticos, convergen en un único objetivo: economía. Políticos<--->economía. Todo ese gran mundo intermedio que existe entre ambos, donde habitan y se debaten por la supervivencia todas las personas 'humanas' de la nación, simplemente se controla, se interviene, se somete, se reduce, se vacía de derechos, valores y principios, se utiliza, se expolia, se mangonea, se manipula, se veja, se humilla, se anula, se le miente, se le estafa, se degrada, se rentabiliza como a ganado, o se descalifica y arremete contra los que se decantan ideológica o electoralmente, por los ‘otros’. Lo importante es asegurar poltrona y presumir de PIB. Los políticos se apoyan en la buena fe de la gente para alcanzar y apoderarse del poder de esa gente. Cuando lo tienen lo usan contra ellos para dedicarse a servir a las 'máquinas' de hacer dinero. Si hay que intervenir, hasta incluso los sentimientos o cualquier atisbo de derecho o libertad, se legisla contra la Constitución o contra el derecho natural imprescindible para impartir y permitir la justicia, y se le sirven sus cabezas al amo del poder económico. Les importa un bledo las personas, sus derechos y los sufrimientos derivados de su crueldad y falta de escrúpulos. Simplemente facilitan la labor a su 'producción de PIB' con su manido 'el fin justifica los medios'. Las personas despojadas de su poder que en manos de unos pocos se unen corporativamente y utilizan el Estado contra la gran mayoría para lucro de unos pocos. Por supuesto que siempre “democráticamente". Millones de esclavos despojados de sus derechos, para que el lucro de unos pocos permita a la casta política esgrimir, con orgullo, su lugar en el ránkig de ricas naciones, a costa de sus pobres.

Así nos va. En lugar de tener gobiernos fuertes e independientes que gestionen una nación fuerte, respetada e independiente, tenemos gobiernos que hunden a la nación en la indignidad barriobajera de un ‘indio’ parlanchín o de un sátrapa moro, porque ‘instalaron’ algunas máquinas de generar dinero en su territorio. Cuarenta millones de PERSONAS humilladas en su dignidad, prestigio y respetabilidad, por garantizar un puñado de dólares a los negreros afines y a ‘su’ PIB, como único obstáculo para poner en su lugar a ese grosero showman saltimbanqui. Millones de personas expoliadas por unos pocos con leyes solo posibles en regímenes feudal-caudillistas, como el estatuto catalán o la ley que incrimina a toda la Nación para regalar canonjías a la SGAE. O normas municipales, autonómicas, y corrupciones, que son auténticos expolios que sonrojarían hasta a los más recalcitrantes feudales del sXIV. Quemarle la vida a millones de personas, que pagan para que les garanticen lo contrario, usando miserablemente, su propio dinero y su propio poder.

En una democracia todo sería muy diferente. Pero lo que hay es lo que hay. Con el caudillo 'Z' y con sus antecesores. Manipulan a las personas, señalando al PP, cuando el que ha vivido y vive, en la Moncloa, durante esta clamorosamente desastrosa legislatura, no es el PP. Que todo el mal que se están tragando los cuarenta millones de personas atrapadas en esta ‘democracia’ caudillista, torpe y a caballo de la inepcia total, no la está liderando el PP. En su momento, cuando gobernaron, fueron duramente criticados. Si vuelven a gobernar seguramente lo volverán a ser, ya que es muy probable que continúe este mismo feudal-fascismo antidemocrático. Pero ahora es el turno del PSOE. Que asuman sus responsabilidades y respeten el derecho a las críticas de las personas estafadas, que pagan democracia y reciben expolio patrimonial y hurto de derechos, y no se burlen más de la gente. Que dejen de acosar a los que les espetan la verdad -esa que ahora dan en llamar ‘injurias’- usando o amenazando con los tribunales. Esos mismos tribunales que acatan, aceptan y utilizan leyes contra la justicia, como la de la SGAE, para ¡¿“impartir justicia”?! Acepten que la política de cobrar democracia y ofrecer represión y expolio, es política criminal. Que las víctimas tienen el deber y el derecho a legítima defensa. Que dejen el engañabobos de ir con el talonario regalando‘caridad’ a cambio de votos. No les pertenece. Ningún gobierno legítimo del mundo tiene absolutamente nada para regalar a nadie. Todo lo que regale, irremisiblemente ha sido hurtado previamente. Que cumplan con su deber de generar las condiciones para que todos sean autosuficientes por sus medios. Que dejen de generar miseria usando las rentas para ‘salvar’ a algunos miserables, en momentos convenientemente puntuales. Que dejen de agredir y someter con leyes políticas antidemocráticas. Que acepten que la democracia no es solo el día de las elecciones. Cuando se gana, además hay que seguir siendo demócrata cada día de la legislatura. Que rectifiquen, deroguen sus leyes políticas contra derecho, sometiéndose a la Constitución, respetando las libertades y sirviendo al ciudadano, o que dimitan entregándose a la justicia.

Clandestino