domingo, junio 19, 2011

Una grande y libre

Era el lema de Franco y figura en lugar destacado de su escudo nacional sobre la divisa que ondea tras el cuello y por encima de las alas del Águila de San Juan.

Quién nos iba a decir que a más de treinta y cinco años de la muerte del dictador, no tendríamos más remedio que aceptar su dictadura como lo más parecido a una democracia que hemos disfrutado, en los más de quinientos años de existencia de la nación española. Franco fue un dictador que se empleó con durez contra los enemigos de la nación y representó fielmente los derechos y libertades civiles de los españoles, siendo un magnífico estadista con la España que amó de forma incondicional y paternalista, hasta su último suspiro.

El afán, el odio y el resentimiento contra franco, se hizo tan espeso y contagioso, que nadie vio el mensaje que tantas veces nos puso ante las narices. Era repetido y usado con frecuencia. Estaba en el lugar más visible y lucía ostentoso a la vista de todos. Pero no lo vimos. Cegados por el odio hacia él y el 'amor por los demócratas que nos salvarían de la memoria del maldito dictador', que le dimos a estos patente de corso para desmantelar la dictadura plenamente, y nos tragamos todo lo que nos echaron en su lugar: Toneladas de su basura. Así. A secas. Sin más. Solo eso. Basura.

Franco sabía que iba a ocurrir y nos advirtió hasta la saciedad. Y nos dejó las claves en su escudo bien visible: ‘Una, Grande y Libre’. Pero le dimos la espalda. Nunca quisimos creer a un vulgar dictador. En nuestro desprecio hacia él, ni siquiera creímos lo que nuestros propios ojos veían. Y este mensaje fue el primero en ser destruido y desaparecido de la vista y de la memoria de los españoles. Porque entonces no lo sabíamos, pero sencillamente ese era un mensaje de democracia y de libertad. Y el crimen organizado al que Franco derrotó con las armas, estaba al acecho y Franco lo sabía. Y sabía lo que harían. Y conocía su calaña. Y acertó. De pleno. Todos nos equivocamos desdeñando su mensaje claro de advertencia sobre una amenaza tan peligrosa como cierta. Nos cegamos contra su condición de dictador, y no supimos valorar que solo la aplicaba contra los enemigos del derecho y de la libertad.

La democracia y la libertad solo son posibles en la unidad nacional. Sin unidad tanto la una como la otra, son totalmente inviables. Para desmantelar toda posibilidad de que España continuara siendo una nación libre e independiente, era imprescindible desmantelar las claves y señales del franquismo y para ello era necesario demonizar el franquismo al completo. Todo en uno. Cien por cien. Y lo consiguieron, con nuestra estúpida colaboración, empeñados con ahínco, en apedrear nuestros propios tejados, facilitándoles la labor al crimen organizado en nuestro estado, que suplantó al franquismo que tan generosamente nos amparó y protegió de ellos durante cuarenta extraordinarios años de paz, estabilidad, seguridad y prosperidad, sin crimen organizado en el estado, como el que tenemos ahora.

Lógicamente lo primero que desmantelaron fue la unidad nacional, cortando radicalmente el paso a cualquier opción democrática a los españoles, para de forma automática impedir la libertad en la indefensión del estado y la fragmentación nacional con la correspondiente confrontación mediante privilegios, discriminaciones excluyentes y despojo legal de los derechos fundamentales. Incriminaron la unidad y el patriotismo, por ser nutrientes indispensables para la libertad.

La España de Franco pedía mejoras sociales y políticas a gritos, en aperturas y participación ciudadana, que situara en el Congreso y ampliara en el articulado de los Fueros o Constitución, las garantías a la libertad y derechos que disfrutaba y demandaba la calle. Pero no fue eso lo que nos vendieron aquella gente alegre, amable y que nos hablaban con tanto desparpajo y convicción, a los millones de incautos y novatos en líderes políticas, recibidos como agua de mayo frente a aquellos discursos de Franco, parcos, secos, limitados y repetitivos advirtiendo constantemente de los peligros que nos acechaban. Despreciamos y dimos la espalda a nuestro futuro en la falta de carisma del dictador, aceptando las baratijas y abalorios de chatarra, abundantes en hermosos destellos y coloridos, sin saber que solo era el principio de una gigantesca operación de intoxicación y muerte a la vida feliz y plena cuyo disfrute ignorábamos hasta que nos fue robado primero, para ser reciclados a esclavos. Voluntarios al principio y sin otras alternativas, después.

España es a día de hoy un erial en manos de camarillas y pandilleros ladrones, caciques, nazis, fascistas, asesinos, omisos, corruptos, esclavos, mafias, chivatos y pelotas, englobados en una izquierda fascista, ramplona y criminal sin escrúpulos, arrasando como la marabunta, todo lo que destaque por algún valor consumible, expoliable o destruible. Ahora somos “verdaderos” europeos. Somos tan canalla y miserables como esa Europa que estancada en su regia condición feudal a la que se aferra en esa su condición genética, con la que nos condenó a quince años de hambruna porque Franco nos protegió de sus dentelladas. Esa Europa que nunca permitirá el autogobierno libre e independiente de ninguno de sus pueblos, como única forma de de explotarlos como ganado. Esa Europa que se hunde en su discapacidad de asumir las libertades para sí, mientras cínicamente expolia al mundo en su nombre. Esa misma Europa que negó la condición de serlo a la España de Franco por protegerse en su independencia frente a la vorágine.

Franco les puso coto y fronteras, persiguiéndolos con la firmeza y el rigor requerido según la presión de sus ambiciones, logrando generar espacios de libertad y prosperidad para el que los trabajaba, y un infierno para vagos y maleantes. Por eso lo odian tanto. Por eso la Europa especuladora y parasitaria, aspiradora de Libertades y derechos, lo condena miserablemente y a hurtadillas, en juicios sumarísimos, entregando al traidor zp el asesinato de su memoria, vetando, censurando e incriminando todo intento de abrir el debate sobre su verdad. No pueden permitir que resplandezca esa verdad, porque eso supone que salgan a relucir todas sus mentiras y crímenes. Tienen auténtico pavor a que los grandes éxitos socialies y políticos de Franco, puedan ser conocidos por la "plebes" bajo sus 'dominios'. Por eso se refugian en el feudalismo islámico, incriminando a la Verdad Cristiana. Viven de la estafa obtenida de sus mentiras, como máximo esfuerzo personal. Eso es lo que Franco persiguió con saña, hasta fuera de nuestras fronteras. Muchos empezamos a verlo ahora. Ojalá no sea demasiado tarde.

Claro que había cosas que funcionaban mal y que eran necesarias mejorar en el franquismo. Pero esas son las que mantuvieron y se añadieron muchas y mucho peores aún, mientras persiguieron y erradicaron las múltiples garantías a numerosos derechos y libertades civiles, que nos fueron barridas sin contemplaciones. Los beneficiarios de la total erradicación del franquismo son muchos y poderosos, en España, en Europa y en el Mundo, a los que España y los españoles les importamos un bledo. España era un gran espacio virgen donde no podían meter sus zarpas para convertirlo en el muladar agusanado y apestoso que es ahora. Ahora es una lonja de millones de esclavos siriventes de la escoria socialista, como único valor visible coronando su gigantesco estercolero.

España vuelve a pisar los mismos pantanales y peligros del treinta y tres, con la misma carroña enquistada en el estado de una España rota en pedazos, y con el mismo Borbón omiso de entonces, que obligan a añorar a la dictadura de Franco como mal mil veces inferior, comparado con esta anarquía de mafiosos, sin ley, ni orden, ni padrino que la controle, donde la única ley es la fuerza del poder.

Nos hemos suicidado colaborando en el despojo legal de lo mejor que hemos tenido en nuestra historia como nación. Un régimen dictatorial y duro con nuestros enemigos y fielmente protector y paternalista con la nación a la que adoraba y mimaba protegiendo con celo el mercado que nos alimentaba y nos mantenía libres e independientes, impidiendo el acceso de parásitos y especuladores, que ahora nos sobrevuelan muy por encima, como amos y señores de nuestra vida y de nuestra hacienda.

Pagamos con dureza merecida nuestro grave error de no exigir mejorar sobre lo bueno del franquismo, en lugar de permitir destruirlo para empeorar sobre lo peor del mismo. Pero se hace necesario rectificar. Hay que retroceder y retomar todo aquello de lo mucho que nos dignificaba desde nuestros valores y libertades. Tenemos que volver a blindarnos contra la rapiña, con el mismo rigor y determinación que lo hiciera el dictador, en el ejercicio de autogobierno que el dictador nos recomendara con su mensaje: “Una, Grande y Libre”. Esa es la clave. Ese es el camino. Solo la unidad permite desarrollar el autogobierno. Y solo en el rigor de la Justicia del autogobierno, puede habitar la libertad, la paz y la convivencia.

Nos han estafado. Rectifiquemos. Aún podemos.


Clandestino