sábado, junio 23, 2007

La estafa democrática solo puede acabar en caos.

La apática indiferencia del pueblo español, ante la alta traición y ruptura de la nación, es el resultado de una oposición acomplejada y preocupada en asegurar sus muebles, permitiendo la continuidad del caos antidemocrático y ventajoso a sus intereses, por un lado, y por otro, al evidente adoctrinamiento hacia la ignorancia, implantada mediante planes de enseñanza, con apoyos de psicólogos y sociólogos, en todos los colegios de la era González, que generaron un gran fracaso escolar y las debidas distancias e incluso ruptura, entre padres e hijos, formando el embrión del ya casi concretado desmembramiento nacional, una vez roto el principal referente de unidad y transmisión de valores, a través del, entonces, férreo vínculo familiar. Inocularon de forma eficaz el recelo y la desconfianza en el seno de familias decentes, antaño unidas en el calor del respeto y el cariño. Destruido el núcleo familiar, sus individuos son víctimas propicias de clanes perversos encumbrados mediante el despojo y malversación de su propio poder.

Aquellas arengas del profesor Tierno Galván incitando a los jóvenes al consumo de porros, certificaban aquella labor de adocenamiento mental colectivo sobre aquellas generaciones que hoy ocupan cargos relevantes en los poderes de la nación y conforman esa masa pasota y amoral, víctimas del Estado y de sí mismos, una vez despojados, entre otros muchos valores, del concepto de unidad nacional, solidaridad, patria, familia y dignidad, hasta dejarse explotar en la sumisión, el desconcierto y la indefensión. El relevo se consumó mediante continuas oleadas de prejubilaciones -pactadas entre grandes empresas, sindicatos y el Estado, pero pagadas por todos- de personal “curtido” en valores de convivencia solidaria, relevados por los nuevos ejecutivos vaciados de esos valores y amaestrados en la frialdad del dato y la norma, en forma de inflexible rodillo, como única respuesta a la problemática social. El embargo, la ruina y el esquilmo, como norma legal y habitual, empieza a formar parte del paisaje nacional.

Tras dos legislaturas del PP en las que se pasa página, sin derogaciones, sin imputados y sin el más mínimo indicio o intencionalidad de implantación democrática, se produce una ralentización en el desmembramiento nacional, ya en estado avanzado, recuperándose la economía y reduciendo el terrorismo a la mínima expresión, siendo este paradójicamente, el que los desplaza del Estado, cayendo este en manos de un PSOE, que casualmente pasaba por allí, y que recupera la ansiada y avanzada labor de destrucción y expolio, exactamente donde lo dejara el anterior gobierno socialista, con una rabia y odio cerval desmedidos, contra la nación y sus valores, como acción de gobierno prioritaria.

Odio y rencor que luego queda a la descubierta, es previamente negociado y pactado, a la sombra de una ilegalidad claramente punible e imputable, al ser esta con organización terrorista, y otras radicales, traidores y públicamente declaradas enemigas de la nación, incurriendo en alta traición a la nación y a su Estado –mientras, mentían con faz de corderos en incondicional apoyo antiterrorista a los gobiernos de Aznar- quitándose la careta y arremetiendo con constantes y brutales andanadas sobre los últimos reductos de legalidad constitucional y donde aún se podían referenciar esos valores tan vilipendiados, concentrando sus feroces ataques contra sus garantes y custodios, como la iglesia, los liberales y las propias organizaciones de víctimas de sus socios nazis, mafiosos o terroristas, evidenciando claramente que son estos los que dirigen esa política, quedando el gobierno en un vulgar y patético títere, en manos de todos ellos y contra los intereses nacionales.

Las pequeñas fisuras las van parcheando mediante leyes de discriminación y paridad, leyes sectarias criminalizando a unos y gratificando a otros, recomendando a docentes, impartir lecturas de pornografía homosexual, encargando a cuenta del contribuyente, alguna biblia porno, presión fiscal, sometimiento legal, duras y numerosas sanciones y un amordazamiento de por vida con hipotecas y subvenciones, que amplían las diferencias que impidan la unidad, aunque dejan al desnudo la gran y bananera estafa democrática.

En apenas tres años, el Estado queda como un gran ente virtual, sin apenas competencias, e impotente ante las duras y constantes amenazas y omisiones de los socios nazis del gobierno, entre otros, o de los terroristas, aceptando su identidad y poder solo en la medida que les sea útil para amparar o legitimar los abusos de los caudillos en sus respectivos feudos, para controlar a la masa ciudadana, garantizando su desamparo. Da cobijo a desaprensivos, que han rebajado las formas de hacer política, asimilando las maneras arrabaleras, habituales en los antiguos lavaderos públicos. Una vez libres de numerosas responsabilidades, derivadas de esas competencias cedidas, siguen manejando el mismo presupuesto de auto-mantenimiento, muy superior a lo que el contribuyente medio debe o puede pagar. Se multiplica la dictadura por miles y cada una habilita instrumentos legales para recaudar parte de su mantenimiento, engordando las plantillas y la necesidad de recursos económicos que obligan al contribuyente a pagar impuestos, tasas y sanciones nacionales, autonómicos o locales, a cada uno de ellos por separado, además de a algún sector privado, afín o asociado, como SGAE, por consumo de determinados productos inocuos y legales, o a las Cámaras de Comercio, por ningún producto consumido, ni demandado.

¿Cuánto tiempo va a durar esta situación de irracional anarquía totalitaria sostenida mediante el delito y la represión, que patrocinada y promocionada desde La Moncloa, contamina a todas las instituciones de un Estado a la deriva, sin gobierno, que consolida la exclusión y desprecio al ciudadano y a su democracia pagada y escamoteada?

Los grandes bancos venden sus bienes raíces -entre los que se cuentan edificios emblemáticos, que son la historia de esas entidades- como único lastre que les impediría abandonar el barco en su ya inevitable hundimiento... Invertirán en el extranjero. O sea que sacarán la pasta. Esa es su explicación. ¿No suena extraño cuando se supone que somos el motor económico de Europa? ¿Se augura un batacazo en la economía? Saben que cuando pintan en bastos lo primero que hace “la plebe” es aliviar su furia arremetiendo contra los bancos. ¿?

¿Se prepara un Estado en el exilio, por lo que pueda pasar?

¿Saben algo que ignora la nación?




Clandestino

domingo, junio 17, 2007

"Democracia" privada. Sometidos cabreados.

Cada cuatro años la ciudadanía es invitada, incitada, para ir a votar a unos señores propuestos por un señor, con poder sobre sus decisiones. Este señor dirigirá los destinos de la nación durante, al menos cuatro años, imponiendo su particular criterio sin que el pueblo, o grandes colectivos de ciudadanos, puedan activar ningún mecanismo para evitar decisiones que les sean gravemente dolosas, lesivas e incluso vejatorias, que mediante leyes, normas o decretos, pasarán sobre ellos como rodillos, en una “democracia” sostenida sobre grandes poderes que haciendo añicos el Poder Soberano de la nación, pone a esta a servir al Estado y a la economía privada, en lugar de todo lo contrario.

Los que padecen, a diario, las tarascadas de este sistema político, claramente oligárquico, en el que los partidos solo se sirven así mismos, hasta redondear una consolidada oligarquía partitocrática, que no solo se asienta en el totalitarismo, sino que invierte gran parte de los recursos del Estado en la caza y captura de la oposición y ejercer el control sobre la ciudadanía, en un ejercicio bochornosamente antidemocrático, además padecen el constante bombardeo con eslóganes de márketing, que desde el más patético insulto a la inteligencia, intenta venderles una democracia que los excluye, por ser particular, cuyo uso y disfrute no supera el 30 % de la nación. Es la tónica habitual en discursos, mítines o conferencias. Así quedó claro con unos estatutos europeos que a nadie le interesó, por antidemocráticos. Con unos estatutos autonómicos, metidos con calzador y que a nadie interesan, por antidemocráticos. Con unos planes de enseñanza con asignaturas que rozan el antidemocrático adoctrinamiento político.

“Hay libertad de expresión”, dicen. Como si a alguien les importara las reivindicaciones de nadie. Tras el absoluto desprecio a grandes masas que repetidamente tomaron las calles contra barbaridades como la guerra de Iraq, asesinatos de ETA o las deplorables políticas del Estado ante esa organización criminal, aún tienen la osadía de seguir rentabilizándolo. Tanto los unos como los otros.

El dictador tuvo la gallardía de afrontar su totalitarismo a cara de perro. Esto que llaman democracia se oculta tras una Constitución, mas o menos democrática, posteriormente enterrada en una montaña de leyes de prohibir, de imponer y de sancionar que se solapan o invaden otros derechos, secando el libre albedrío y con él todas las libertades. El ciudadano está criminalizado, sometido y vigilado desde que sale hasta que vuelve a su hogar. Todo en pro de evitar una delincuencia que cada día aumenta y se consolida más. Un totalitarismo intervencionista, que regula la vida ciudadana al cien por cien, incluidos aspectos sentimentales y de conciencia, cocinado en la Moncloa franquiciando a diecisiete señores autonómicos y a más de ocho mil regidores municipales. Todos ellos con poder total en sus demarcaciones rentabilizando los derechos obstruidos o impedidos a millones de ciudadanos, mediante decisiones, en muchos casos, absolutamente totalitarias y antidemocráticas para grandes bolsas ciudadanas, ante la total indefensión y desamparo del Estado. El miedo al “cuartelillo”, da paso al miedo al campo minado que hay que sortear en cada movimiento.

En la dictadura todos sabíamos quién era el malo. De quién nos teníamos que guardar, en cualquier lugar de España que nos encontráramos. La nación se apiñaba solidariamente, contra el mal común, creando un espacio que le enajenaba del régimen, hasta convertirlo en algo más habitable que el actual. Ahora cada territorio tiene sus normas, sus objeciones, y su caudillo. Cada territorio vive en la indiferencia o de espaldas a los otros, pero todos tienen en común el uso del ciudadano como útil para sus fines. Siendo muy pocos los que cumplen con el deber democrático de servir al pueblo que lo elige y paga para eso y solo para eso.

No hay políticas. Rige la ambición y acaparamiento de poder. Cualquier valor, principio o derecho que defienda el oponente, será desprestigiado o eliminado de la vida de millones de ciudadanos que verán restadas sus bondades o nutrientes espirituales. El partido en el poder se encarama en un nivel que supera la legalidad y cualquier principio que sirva al conjunto ciudadano para desarrollarse como individuo y como parte de la nación. No hay estamento civil, legal o político que lo detenga o controle.

Las madres de esta “democracia”, paren hijos inteligentes y libres, y el Estado los adoctrina y los somete, hasta convertirlos en simples autómatas programables y rentables, evidenciando que esta democracia no pasa de ser un bonito y colorido decorado, que encubre un infierno para millones de ciudadanos, en la conciencia de que no se les permite serlo.


Clandestino