jueves, marzo 26, 2009

Barak Obama. ¡S.O.S!




La tremenda crisis económica que hunde al mundo, es el efecto, no la causa. La crisis, la auténtica crisis, es sociopolítica. Más política que social.

El crimen es camaleónico. Se adapta al entorno y se agazapa confundiéndose entre la decencia y la responsabilidad de asumir el esfuerzo como forma de progreso. Su gran objetivo se fija en la facilidad de traspasar las generosas puertas de la democracia. Una vez dentro no le es demasiado dificil medrar a través de ella hasta los vértices de poder que generosamente ceden las naciones confiando en la lealtad de sus propios estados, en el sometimiento a su legalidad soberana, articulada en sus respectivas Constituciones democráticas.

Para cuando los ciudadanos se percatan de haber sido objeto de un golpe de estado, como es el caso de España, es demasiado tarde. Generalmente este se produce lentamente, de forma taimada y sibilina, en una concienzuda labor de transformación social suplantando ciudadanía por lacayos o súbdutos sumisos, mediante adoctrinamiento y omisión del deber de la enseñanza, hasta acabar desposeyendo a los padres del derecho inviolable a educar a sus hijos, arrogándose el derecho a su adoctrinamiento ideológico, avalado por sus tribunales de su “justicia” obligados a aplicar sus leyes contra derecho, propias del totalitarismo de su régimen. Así anulan el libre albedrío y criterio propio, inoculando en su lugar vasallaje y dependencia. Ahí andan dando vueltas a una Constitución Europea, que huele tan mal que nadie la quiere tener cerca, pero que la mayoría de sus gobiernos no esconden su autoritarismo imponiéndola con su poder feudal, puenteando impunemente la soberanía de sus naciones, a las que deben servidumbre.

Entonces, cuando ya es demasiado tarde, se empieza a descubrir que las garantías democráticas no se basan en la inviolabilidad del derecho ni de la justicia que lo ampara, sino en la ley. En el ‘imperio de la ley’, más exactamente. Y que el 'imperio de la ley' depende de la mafia política de turno, para su diseño y promulgación. Esto permitirá a esas mafias políticas, organizarse en castas casi endogámicas, que se auto-relevan perpetuándose en los poderes expropiados a la nación, tras consolidar la ocupación del estado, haciendo un uso bastardo del mismo mediante una disposición arbitraria de la ley, con la que despoja a los ciudadanos de sus derechos y del amparo de la justicia, apoderándose así de la soberanía nacional y tratarla como a una vulgar explotación ganadera.

Esta ha sido la norma en las últimas décadas en no pocas “democracias” que conforman la gran ‘Civilización Occidental’ en general y de forma clamorosamente bochornosa y humillante, en España; reconvertidas en cubiles de corruptos y saqueadores globalizados, llegando en la última década a una desaforada agresión sobre los mercados y sobre todo aquello susceptible de convertir en dinero, que ha acabado en el acaparamiento e inactividad, de la mayor parte de los recursos del planeta, sabiéndose en la más absoluta impunidad, una vez anuladas las voluntades y los derechos de los pueblos. La globalización criminal toma los estados, redescubriendo y reimplantando las prácticas feudales con las que siempre soñaron.

Y llegó lo que tenía que llegar. La desaparición del dinero, como contravalor de los recursos del mundo, que curiosamente pasan de la luz a las sombras, sin dejar rastros. Empresas, grandes y pequeñas cierran arruinadas. Millones de trabajadores pasan al desempleo. Los bancos no tienen liquidez. ¿Dónde está el dinero? Donde quiera que esté, su inactividad obliga a la inactividad de los mercados y por ende de la economía mundial. Pero ¿hasta cuando los estómagos de los parados y la intemperie de los desahuciados, soportarán esa obligada inactividad?

Sin ninguna duda la gran tajada de ese dinero en paradero desconocido, está en manos con poder en los mercados, y en los propios estados. Solo hay que ver cuales son las medidas correctoras y a qué manos van a parar. Solo hay que ver con el descaro que aumenta la presión del saqueo contra los cada vez más empobrecidos, avalados por políticos cada vez más corruptos. Solo hay que ver que ni un solo político ni economista de enjundia, menciona ni dirige sus dardos contra las famosas cuentas “B”, ni las cuentas cifradas en paraisos fiscales, ni los zulos, colchones o baldosas, donde sin duda descansa la ruina y la miseria de miles de millones de personas que a corto plazo empezarán a ser o a producir cadáveres, por inanición o abatidos por el hampa político, sus esponsors o sus esbirros de ambos, en el momento que empiece el inevitable ejercicio a la legítima defensa, mediante el envilecimiento de la deseperación.

Pero aún hay una esperanza. Y esa esperanza se llama Barak Obama. De momento está nutriendo y engordando a las mafias, dando continuidad a la criminalidad que encontró al llegar a presidir la administración USA. Pero sospecho que es de los pocos o quizás el único Presidente independiente de todos los gobiernos norteamericanos, y quizás de Occidente. Puede llegar a tomar decisiones valientes y comprometidas con el fin de erradicar la criminalidad del estado y del hampa colaborador o asociado, como única forma de dar solución y evitar un conflicto mundial que puede dar al traste con la propia superviviencia de la especie humana. Podrán utilizar el poder de los pueblos para saquear y someter a los pueblos, pero la desesperación del hambre, no la controlará nadie más que con el infierno de la muerte de esos pueblos. Los criminales que los han saqueado, tendrán que asumir la responsabilidad de abatirlos, o devolverles el botín obtenido de sus saqueos.

Pero también se les puede dar la oportunidad de volver a ponerlo en circulación. En su defecto también se pueden tomar las medidas para expropiárselo, al menos aquellos que estén en negro. No sería la primera vez. Ya se ha hecho en distintas ocasiones y lugares. Cuando nos acogimos al Euro, durante la anterior ruina socialista, obligó a aflorar todo el dinero negro, lo que hizo reflotar nuestra economía. La globalización de la política corrompida por el anarcocapitalismo criminal, obliga a medidas globales que protejan los interese generales de la camunidad humana, frente a la insaciable avaricia del despojo de derechos sobre las víctimas, cambiando la moneda y dando un plazo corto para acreditar el origen de todo aquel dinero que actualmente esté sin declarar o no esté en cuentas bancarias. Pasado el plazo, el dinero restante será propiedad del erario público. Será el estado el que lo devuelva al mercado y se ponga nuevamente en circulación. Antes o después esta medida será inevitable. Si se implanta antes que después se ahorrará parte del horror a gran parte de la humanidad. Necesariamente habrá que poner medidas para que las zarpas del hampa nunca más vuelvan a acceder a esa nueva economía.

Las medidas nacionales son completamente inútiles, en una economía globalizada y en manos del hampa globalizada. Necesariamente las medidas han de ser globales, tanto en las soluciones económicas, como en la erradicación sin contemplaciones del crimen político y asociado.

La imperiosa necesidad de aflorar o cancelar el dinero negro, mundial, es la única solución al drama que sobrevuela la humanidad. Será inevitable acometer esa medida. Hoy ya empieza a ser tarde.

Si Obama tiene redaños y lo hace con el Dólar, Europa no tendrá más remedio que hacerlo con el Euro. Solo las dos monedas juntas darán resultados satisfactorios. Entre el cambio de las dos monedas obligarán a aflorar al menos el noventa por ciento del dinero negro del mundo, o en su defecto permitirá su caducidad como moneda de curso legal. Esto podrá salvar lo inevitable por otros medios. Lo inevitable está mucho más cerca de lo que muchos creen. Todo es cuestión de cuantos ciudadanos estarán dispuestos a aceptar la omisión del estado y morir de hambre, o cuantos se organizarán para defender por sus medios su legítimo derecho a sobrevivir. Ningún estado podrá contener ni socorrer a todas las víctimas de lo que sobrevendrá.

No se puede permitir que la inactividad del dinero paralice el mundo, aumentando la velocidad del saqueo al doble, por cada día de impunidad que disfrutan.

Creo que merece la pena que alguien se decida, por una vez, a embargar el botín a los saqueadores, llevando las aguas a sus cauces. Cada día que pasa es vital. Cada día pueden suponer meses de sufrimiento y angustia. Algunos políticos internacionales lo apoyarán sin fisuras. La mayoría se opondrán. Será el momento de decidir los que sobran en las instituciones y aislarlos de los espacios reservados a la soberanía de los pueblos. El hampa sigue trabajando y saqueando, en connivencia con esos mafiosos políticos que dan carácter legal a sus delitos. En España se han promovido y promulgado leyes que violan derechos, algunos de ellos fundamentales, y hay algunas en cartera como la ley de abrasar niños no natos, en masa. Estas castas políticas deben ser barridas de la faz de la tierra, “como sea”, para siempre jamás. De nada servirán las soluciones si vuelven a caer en manos del problema.

El hampa debe desaparecer de los mercados y de los estados. Su dinero miserable, debe ir a los crematorios.

El Presidente Barak Obama puede hacerlo, si quiere. Si no quiere, ojalá y exista Dios, porque todos dependeremos enteramente de su clemencia y amparo.


Clandestino