martes, diciembre 27, 2005

LA GENTE QUE OCUPA EL ESTADO

Viven en una nación, comparten y mantienen un Estado, son ciudadanos de pleno derecho, tal vez, al menos algunos, con derechos especiales. A sus familiares mas queridos les segaron la vida cobardemente o murieron sirviendo a la Nación de diversas formas. Fueron miles los asesinados y decenas o cientos de miles los heridos. En el cuerpo y en los mas hondo de su alma. Fueron manos asesinas e inhumanas los que apretaron los gatillos o activaron artilugios que provocaron el horror y el sufrimiento.

La gente que ocupa el Estado no le reconoce parte de sus derechos, algunos prometidos, los desampara en otros y no considera, ni remotamente, cumplir con la obligación de mantener el recuerdo, limpio y honorable, de las víctimas que cayeron bajo balas asesinas, en diversas misiones militares en el extranjero o en catástrofes. La gente que ocupa el Estado temen "herir la sensibilidad" de los asesinos y de los que amenazan con la confrontación, si no les entregan el "botín" exigido.

La gente que ocupa el Estado invita a los asesinos al diálogo. La gente que ocupa el Estado permite los homenajes públicos, donde se laurean a los asesinos, patrocinados y promovidos por cargos y fondos públicos. Invita a los nacionalistas nazis, que nos amenazan a todos y practican sistemáticamente la desobediencia civil, a que “pidan que se les concederá”. Algunos de estos rufianes comparten mesa con los que ocupan el Estado. Otros muchos son sus socios. Esa gente que ocupa el Estado hace apología del terror y patrocina el desmembramiento de España, desde el mas miserable desprecio a los que dieron la vida por ella. Hacen apología del terror al dejar claro que en España se atienden reivindicaciones imposibles, previamente "planteadas" a golpe de amenazas, de bombas, de tiros en la nuca, de extorsiones...sobre miles de cadáveres nuestros.

Todos los demás ciudadanos, de a pié, solo son un montón de infelices desgraciados anclados en el ancestral e inútil lastre de la decencia y la dignidad, incapaces de asesinar, “democráticamente”, a un solo ciudadano inocente, en defensa de sus derechos u oportunidades"...Al menos eso es lo que deja claro, el señor de los talantes, cuando los negocia con los forajidos del terror o con los rufianes del nacionalismo mas radical y excluyente, cuyo idioma es el chantaje hampón y constante amenaza, al Estado, de "guerra civil" y otras formas de agredir, desmontar o desestabilizar España. Mientras, a la vez, se orina en sus víctimas, de los unos y de los otros.

Según esta "democracia", como ellos son los que mandan, pueden hacer lo que les sale de sus neuronas y nadie puede evitarlo. Lo que evidencia, claramente, que esta “democracia” ES el poder, PARA el poder y POR el poder. Sienta las bases de que la ciudadanía no tiene acceso a ella ni en momentos tan claves donde se juega el futuro de su país. Que solo tiene la parte de obligaciones y deberes que la sustenta y mantiene, pero está dramática y vilmente a merced del crimen, de la avaricia del mercader y del abandono y menosprecio de la bajeza e ineptitud política, venida a más. Sometida al angustioso y eterno sometimiento y explotación, desposeída de cualquier forma de privilegio derivada de ella.

Esa enorme ciudadanía, sumida en la indefensión e impotencia, ante la represión y trato vejatorio y humillante, es la Nación española. Nación, antaño altiva y gloriosa, hoy humillada y cautiva, por lo peor de lo peor con disfraz de democracia.

Pobre España. Tanto que dio y tanto que la esquilmaron, y ya al borde de su agonía, no hay ningún demócrata ni ningún “grande”, que haga nada por ella.

Ni siquiera un gobierno que la respete y represente.

Habremos de aceptar que viviremos en un gran mercado de ferias, donde mercancías, compradores y vendedores, serán todos ganado. Ganado que tal vez nunca sepa quién es, en realidad, el gran ganadero.