domingo, abril 17, 2011

GALETA. Conformando el nuevo modelo de estado.


El presunto gobierno de España, con la inestimable colaboración de la presunta oposición, y de la presunta Administración de Justicia que actúa bajo la criminal renuncia constitucional a su obligada e ineludible independencia como poder del estado, está integrando a los asesinos socialistas del nacionalismo nazi vascongado, en la sociedad y en el estado, acentuando su inevitable desprecio por sus víctimas y dejando claro y patente una vez más, su odio cerval por la Justicia a la que solapa con el mismo libertinaje con el que limita hasta la asfixia, el derecho y la Libertad.

Llegados a este punto de degradación política en España, donde es mucho más fácil encontrar una aguja en un pajar que un político decente en los escaños del Senado o del Congreso, a nadie se le escapa que el estado que pagamos los ciudadanos para que entre otras funciones de servidumbre -cara y duramente pagadas a cambio de nada- nos libre del terrorismo, la corrupción, estafa y expolio, está plenamente en manos de ese crimen organizado para desarrollar actividades delictivas tales como terrorismo, corrupción, estafa y expolio.


Actualmente en España asesinar, expoliar, corromper la ley y las instituciones, perseguir a la justicia y al derecho ajeno –especialmente el de la vida- lleva inherente el premio de las garantías al botín bajo las garantías del amparo del estado reconvertido en antro de chacales, con la complicidad por omisión, de la propia nación tan víctima como responsable de los delitos de sus cargos y empleados, a los que está obligada a exigir la observación del orden constitucional, en el que se articula su soberanía nacional, como máximo y único poder dentro de las lindes del territorio patrio.

Estamos en una dramática situación límite de absoluta dependencia y subordinación al interés bastardo del crimen organizado en el estado, que la nación paga para las garantías de sus derechos. Desde él se la impone el delito a golpe de ley contra sus derechos y libertades. Leyes que son diseñadas, aprobadas y sancionadas por el mismo crimen organizado que el estado está obligado a erradicar con la ley por justa, en la mano. Sin embargo el estado impone leyes contra la legalidad constitucional, contra la soberanía nacional y contra el derecho fundamental de la ciudadanía y contra sus libertades. La disponibilidad bastarda de nuestro estado omnipotente una vez desarticulada la división de poderes, y corrompidas en su responsabilidades democráticas de sus respectivos responsables, todas y cada una de las instituciones y Órganos de Gobierno, así como numerosas instituciones, asociaciones y entes civiles, privados o asociados al estado, les resulta bastante fácil actuar bajo la más repugnante impunidad, en su extorsión, sometimiento y control absoluto de nuestros empleados y con ellos todos nuestros equipamientos, recursos y poderes, para desarrollar plenamente su actividad delictiva, frente a un pueblo fanatizado, y totalmente desamparado y desarmado jurídica y moralmente, por una miserable división sibilinamente inoculada mediante el infalible nutriente de la discriminación y el privilegio, que aflora la ruindad mezquina de unos contra la de los otros, emponzoñando la necesaria unidad como arma infalible contra el crimen organizado, dentro y fuera del estado.


Miriam y Esther,  forman en una larga lista de inocentes a los que les fue arrebatada su vida, siendo consideradas enemigas del nazismo asesino vascongado. Ahora también son privadas de su derecho a la Justicia, a manos del mismo socialismo que el de sus asesinos.

 Sin libertad no hay derechos, ni hay valores, ni dignidad. Donde no hay valores ni dignidad, nadie defiende el derecho. Sin libertad, no queda nada. No hay nada donde el crimen rige la vida. El espectáculo del zarandeo a nuestro cadáver nacional, es tan dantesco como patético y repugnante, al ver a este estado miserable arrastrarse bajo las exigencias de un puñado de nazis asesinos, a la vez que se ensaña con prepotencia cobarde, contra la decencia, la libertad, la justicia, el conocimiento, la cultura, el trabajo, los cristianos, los internautas, los conductores, los fumadores, los heterosexuales o contra los hombres solo por serlo, en un fanatismo persecutorio mediante la regulación de delitos de autor que los calca en fiel símil de sus colegas ideológicos, antaño liderados por Adolfo Hitler.

Queda muy poco tiempo para plantearnos muy seriamente, si nos decantamos por erigirnos en sociedad libre y civilizada, consciente de nuestra responsabilidad democrática en el riguroso deber de defender la libertad y desarrollarla bajo el rigor de la ley por justa, en un estado de derecho oponiéndonos frontal e inapelablemente contra toda fuerza o eventualidad impuesta por la barbarie -tanto la armada como la de guante rojo, azul o blanco- mediante todos los medios disponibles, incluida la fuerza en masa como poder soberano que nos legitima y obliga; o bien seguimos sucumbiendo a la sumisión cobarde que nos degrada y reduce a vulgares manadas de borregos para carne de consumo que nutra a la casta, a las mafias y al terrorismo nacional, ambos actuales amos de nuestro estado y de nuestra vida, desde el que ejercen su derecho de pernada sobre esta nación dependiente y entregada, que ni tiene defensores y según parece, nada que defender.


Clandestino