sábado, octubre 20, 2007

Injuria, mordaza, vaselina y el Sr. Alcaraz.

Cuando menos es curioso que en nuestra casta política se produzcan tantas y tan clamorosas “presuntas” contradicciones e incoherencias entre el sistema legal, actuaciones políticas y el Estado de Derecho, que desorientan, coartan e intimidan al ciudadano a la hora de erigirse en ciudadano libre y articularse en rebeldía contra todo tipo de injusticia contra sí, como individuo y contra terceros, como parte del colectivo nacional. Esta sensación llega al ciudadano por oleadas y en claros aspavientos bien orquestados y aireados a través de ciertas prensas, que “acaudalan” aires de desconcierto que diluyen la nitidez imprescindible y necesaria para localizar los claros referentes entre lo justo y lo injusto, entre el bien y el mal, hasta amordazarse así mismo acomplejado en el temor por la acción del aparato político-judicial, sobre terceros. Lo que tradicionalmente se percibe como miedo a la impune, aplastante y asfixiante tiranía del poder, especialmente acentuada con la necesidad de acallar voces y razones ante la proximidad de las Elecciones Generales.

Esto suele ocurrir cuando se dan algunas circunstancias aparentemente ajenas entre sí, pero que sibilinamente hilan sobre la misma cuerda. Cuando decir en un medio público “me cago en la puta España” o “estoy hasta los cojones de la puta España” o “a la mierda la puta España” o algo así, se traduce legal y democráticamente como libertad de expresión, mientras que criticar al gobierno de esa calificada legalmente como “puta España”, a cuenta de actitudes bastante evidentes de sectarismo y omisión a la legalidad democrática, del mismo, sea imputable como un delito de injurias contra un gobierno responsable de situaciones tan bochornosas y lamentables, como ilegítimas y seguramente ilegales, permitiendo que a terroristas les sean recurridas sentencias de prisión, por la Abogacía del Estado y evitando otras por imputaciones previas de la misma Fiscalía General del Estado. Criticar eso será ‘libertad de expresión’ o ‘injurias’, dependiendo de la afinidad con los aliados, o de la sintonía con los contrarios a merced de la indefensión y desamparo generado sobre ellos.

Que alguien avise a unos terroristas, desde una comisaría de policía, de que un juez les va a preparar una redada. Que dos terroristas armados sean detenidos en Francia y se solicite su libertad por formar parte de una negociación aprobada en el Congreso bajo la única condición de ‘abandonar las armas’. Condición que ni el gobierno, ni sus aliados, ni su presidente, ni los asesinos, exigieron ni respetaron jamás. Que terroristas sean presentados por el presidente del gobierno como gente de paz. Que se le procurara, a los terroristas, refugio en Italia, mediante favor o negociación con Romano Prodi, para evitar a la policía francesa. Que sean presentados y aplaudidos en la Eurocámara. Que se califique como accidente un acto terrorista criminal premeditado y con resultado de muertes. Que un asesino convicto y confeso, de acabar con veinticinco vidas inocentes, ufanándose públicamente de sus fechorías además de no mostrar el más mínimo arrepentimiento, ni respeto por su recuerdo ni por la ley, sea calificado como ejemplo de reinsertado. Como punta visible del más que probable icerberg que se oculta, y contrastando con el antidemocrático y obsesivo acoso a la oposición, a las víctimas y a todo aquel que invocara a la ley, y que se intente negar la mayor diciendo que no es sintonizar, ayudar, amparar o favorecer a esos terroristas, a mi me suena a burla macabra y a insulto a la inteligencia.

Sin olvidar que tras las mofas, insultos, vejaciones, terrorismo callejero y descalificaciones públicas de los terroristas, asesinos y los nazis (asociados al Gobierno y no) contra España y el completo conjunto de Órganos de Gobierno que conforman el Estado, por el que se rige, sin que por ello ni el Gobierno, ni la Fiscalía General del Estado, ni el aparato que conforma el Servicio Judicial del Estado, se dignaran tomar una sola medida legal ni política, contra ellos.

Por tanto, desde mi mas profundo convencimiento, mi opinión particular es que tanto la libertad de expresión como la imputación por injurias, cuando no son debidamente delimitadas y contextuadas por un sistema judicial independiente que opera en un régimen sometido a unas mínimas garantías democráticas, es fácil que, unidos a otros delitos desde el Estado, no sean más que vulgares útiles de represión a conveniencia de vulgares políticos ilegítimos, exentos de escrúpulos y de cualquier vestigio de ética y moral, que alinean sus actuaciones y se identifiquen mejor con 'fueras de la ley' que con sus propias víctimas. Que utilicen al Estado para sus prácticas ilegales, por omisión de la propia ley y de sus deberes de servicio a los intereses del conjunto nacional. Es fácil convertir la injuria en simple útil para amordazar, reprimir o vengarse. Que en manos de una banda de resentidos, que lo pueden emplear como vaselina para sodomizar a la justicia, al sistema judicial, a la legalidad democrática y a toda una Nación, en sus derechos y libertades y en su Soberanía Nacional.

El Sr. Alcaraz no es un asesino. No es un terrorista. No es un traidor a su Nación. No es un criminal del Estado. No es anticonstitucionalista. No es un Nazi antiespañol separatista socio del Gobierno, de esos que amenazan y apalean a otros por pensar distinto y defender sus ideas y que justifica alguna ministra. El Sr. Alcaraz es un ciudadano de pleno derecho, íntegro y luchador, con derecho y deber de exigir sus derechos a los que se lo obstruyen, niegan o impiden. Es una víctima y representa a otras miles de víctimas de los asesinos y de su escoria perimetral, a cuyo nivel ha sido descendido el Estado por el Gobierno de España legitimadolos en el Europarlamento. El Sr. Alcaraz ha sido imputado por “injurias” contra ese Gobierno que estafa imponiendo tiranía y autoritarismo tras cobrar democracia, y por el mismo aparato judicial que acata y utiliza leyes contra la justicia -promulgadas por ese Gobierno- como instrumento para impartirla. ¿¡¡¡...!!!? Desde los datos que expongo y según mi opinión, el Sr. Alcaraz es imputado por decir la verdad. La molesta y perseguida verdad en un hábitat sostenido en la mentira, el resentimiento, la ignorancia y el lucro.

Todos víctimas de un conjunto de políticos ajenos al interés general y en pro de intereses bastardos, que deben ser desalojados de sus cargos y pasados por la ‘quilla’ de la justicia, hasta purgar sus graves delitos. La legalidad de las urnas no legitima a nadie -ni le exime de su culpabilidad- para el incumplimiento de la ley que avala a la justicia. Para nuestra desgracia en España no hay un solo Órgano de Gobierno que haya cumplido con su deber de hacer prevalecer la legalidad manada de La Carta Magna, de entre todos aquellos que cobran para ello y ocupan los cargos que así se lo exige la propia Constitución, permitiendo que la legalidad democrática haya sido desplazada, con total desfachatez e impunidad, por las leyes políticas para la tiranía y el expolio, consolidándose definitivamente la partitocracia oligárquica, o lo que es lo mismo un feudal-fascismo torpemente disimulado tras un patético disfraz de democracia.


miércoles, octubre 17, 2007

En el despiece está la ganancia

No han sido pocas las veces que con 'La bola del mundo' encendida, hemos estado, mi esposa y yo, buscando algún país habitable. Pobre o rico. Cercano o lejano. Nos hubiera bastado con que fuese aceptablemente democrático, con razonables garantías políticas y legales, y sin conflictos internos. Nos gustaron algunos países aunque no solían completar el 'kit de exigencias'. Pero nuestra edad y nuestros hijos, ya casados y que pronto nos harán abuelos, nos hicieron desistir de huir de esta tierra de nadie, regida por la falta de escrúpulos y donde la única política posible es dividir y enfrentar para vencer, sin necesidad de convencer. Empiezo a lamentar haberle dado dos maravillosos hijos, y me apena que ellos les den los suyos, a lo que antaño fuera una gran Nación querida y respetada, orgullosa y recia, para acabar en un asfixiante e inhabitable maremágnum.

Observando estos países me percaté de algo que hoy el Español medio desea y envidia a la gran mayoría de países del mundo. Incluso a los bananeros. Algo impensable en España como que todos son una única Nación, cuya unidad nadie discute y todos cultivan. Ninguno, que yo sepa, labra y alimenta el odio, el enfrentamiento y el resentimiento, desde el Estado, como forma exclusiva de vivir de lo que ellos venden como política. Lo peor que le puede ocurrir a un pueblo es vivir bajo la discapacidad políticas de los que desde el Estado convierten el odio y el resentimiento en una mercancía para el lucro, en un valor histórico hereditario, en un aval ideológico o como único proyecto político válido, que garantiza la seguridad y estabilidad al sistema feudal-fascista que perpetua y consolida la partitocracia oligárquica -que nos aleja de cualquier esperanza democrática- solo posible en un país donde a su vez es posible la ocupación legal del Estado, por una gente organizada, mediante simulacro democrático, organizado por partidos no democráticos, que estimulan y alientan la ruptura nacional, por conseguir cuatro años de poltrona ilegítima, dedicados a asegurarse su continuidad al menos por otros cuatro años más, como sea. Nadie ha podido evitarlo. Los que debieron y pudieron, no quisieron, por razones ni explicadas ni justificadas. Solo imaginables.

Si en España se recuperase la unidad nacional, en algún momento, desaparecería todo vestigio del elenco político actual. La corrupción, los radicalismos y los delitos desde el Estado, se esfumarían. Si hay algo que la delincuencia política no puede vencer, es a un pueblo unido en el conocimiento de que su poder reside en su unidad. La morralla que nos desposee del poder -inherente a nuestra condición ciudadana y a la soberanía popular- para el mangoneo a placer, lo sabe muy bien y se aseguran de que jamás así sea. El resto se lo procura la ignorancia, la subvención, el sectarismo y el manoseo obsceno sobre el pueblo, mediante el debido control e intervencionismo, con leyes políticas que evitan, eluden o impiden a las democráticas, ajustadas a derecho.

La Nación española queda reducido a un ente virtual debidamente fraccionado y despiezado, en manos de los que así lo quieren. El despiece aún permite que los trozos mantengan su posición, algunos aún no han sido del todo deslindados, a la espera de si quedan unidos a algún otro (VAlencia y Baleares a Cataluña y Navarra a P.Vasco). La apariencia física es la misma, pero hay millones de kilómetros de fronteras, sociales y políticas, cada vez más difíciles de franquear y que no será menos difícil volverlas a abrir, si es que alguien lo intenta. El Estado se ha deshecho de las competencias fundamentales para garantizar la igualdad del conjunto ciudadano y garantizarle la homogeneidad democrática frente a las agresiones contra sus derechos, habituales e incluso reguladas en las distintas regiones o municipios. El ciudadano español es un apátrida, sin garantías constitucionales, en el conjunto de su propia Nación y dentro de sus propias lindes territoriales que delimitan su centenario asentamiento. Cada uno sobrevivirá en el trozo que le haya tocado en suerte, padeciendo al caudillo incontestable del lugar, sin ninguna posibilidad de recibir amparo o defensión del Estado, debilitado y prácticamente inerme. La Nación ha desaparecido, bajo la vil descohesión impuesta por promotores o impulsores de supuestas naciones, alegremente orquestadas por el gobierno Zapatero, desde el Estado y del resto de fuerzas políticas desde el interés de heredar algún día semejante chollo. Sin Nación no puede haber democracia. Sin democracia solo queda el lucrativo negocio de la explotación negrera sobre el ‘residuo’ ciudadano reducido a súbdito o esclavo, tras el gran decorado democrático de cartón piedra, que los valide. Nuestra casta 'política' liderada por Zapatero ha cubierto su objetivo. Ha triunfado. Por fin la sombra de la temida democracia ha sido vencida y aniquilada. Queda definitivamente fuera del alcance de una nación desarticulada, descohesionada y por tanto, inocua y vulnerable. El negocio a salvo de lastres y obstáculos.

Queda claro y demostrado en las últimas encuestas del CIS que arrojan datos tan contradictorios como que los partidos con más afiliados o simpatizantes, de clase alta y media alta, sean Na Bai 50%, ERC 48% o IU-ICV 35% frente al 12% del PSOE y de CIU o el 20% del PP, superando CiU y el PP en % de obreros, a todos menos al PSOE. No hay duda del gran y lucrativo negocio de los ‘ideólogos’ de la izquierda separatista del radical nacionalismo con el que se ‘abriga’ Zapatero.

Como dice Anghara, ahora los pijos multimillonarios son de la ultraizquierda radical.

Clandestino