domingo, mayo 15, 2011

El bellaco miente como un zp

A día de hoy somos una inmensa mayoría de españoles los que padecemos y concebimos al bellaco como un plasma fantasmal cuya silueta virtual se perfila humana y se arma en sólido 3D, sobre una necesaria y continua sucesión de mentiras que lo conforman solo mientras estas permanecen en el recuerdo de su entorno, en forma de cheques o de otras formas de privilegios, ya que sin ellas, solo es un ente huero, amorfo y vacío solo perceptible como el hedor etéreo de un ventoseo. Eso lo obliga a verter diariamente sus mentiras y sus consecuencias delictivas, contaminando su hábitat y emponzoñando el ajeno.

Algunos lo achacan a su optimismo febril y fantasioso. Los más a su condición trapacera y maliciosa siendo la mentira el único medio de dar consistencia a su fantasmagórica e inútil existencia de inevitable naturaleza dañina. Algo así como un fantasma a una mentira pegado. Basta echar una ojeada por su historial reciente sin necesidad de remontarse a muchos meses, para percibir que ambas formas son consecuencia de su necesidad de mentir en cada discurso, como única forma de hacerse visible y dar pábulo a una existencia especialmente concebida del envilecimiento y la maldad carcomiendo una mente enferma, que tantos y tan graves daños, no pocos irreversibles, lleva producido en tan poco tiempo a tantos millones de personas. Tantos y tan graves como pueden producir la mentira sin límites ni contención, elevadas a compromisos de estado, y obligado a responder de ellas mediante la malversación de la ley y de los recursos, así como con la corrupción de instituciones y la prostitución de los poderes del estado, aplicados al necesario expolio nacional con el que concreta y hace efectivo los compromisos adquiridos con su fantasía infantiloide, mitad mentira, mitad resentimiento y mentira.

Entrena y ejerce pertinazmente su cualidad de bellaco con el que suplanta su escaso bagaje intelectual y total carencia moral, con sus magníficas habilidades para la estafa del tocomocho, guarnicionada en su puesta en escena, mediante el uso y abuso de su discurso vacío, largo y repetitivo acentuado en una cantinela pegadiza pronunciada en tono monocorde medio alto, provocativa y cansina con cortos suspenses estudiados, previos a arrancadas con picos de exaltación febril y acusicas, que arranca el aplauso enfervorecidos de miles de víctimas incondicionales, que se dejan absorber y dirigir por el vacuo soniquete sin llegar a percibir ni entender y mucho menos comprender lo que se oculta tras un discurso vacío de todo contenido real, pero cuidadosamente diseñado para estafarlos una vez tras otra, sin cambiar ni una coma. Hablar sin parar de decir nada mas allá de sus mentiras acusicas de patios de colegios, abundando en el argumento único del “y tú más”. Incluso se permite la gran colada de que Aznar es el causante de sus propios desastres cometidos con total impunidad durante más de siete años o sus delitos de alta traición durante más de diez.

Hasta ese punto llega a situar su surrealismo parasubnormal sin inmutarse, en la calculada desfachatez de insultar la inteligencia de toda una nación, sabedor de que media nación necesita creerle, en la imperiosa necesidad de sobrevivir de la corrupción y parasitismo que el bellaco les proporciona. Se permite mentir hoy sobre sus categóricas mentiras de ayer, consciente de que no gana adeptos con su discurso de bobo para bobos en la cancha, sino con su propio resentimiento y vaciado intelectual y moral, inoculado a sus fanatizados desde el adoctrinamiento EpC hasta los medios, y en la dependencia de sus privilegiados satisfecha mediante corrupción facturada a un mercado ya agonizante.

Afirma el bellaco, que mienten como un zp los que afirman que él hizo recortes sociales. Quizás lo afirme traicionado por el subconsciente, a falta de consciente. La verdad es que los recortes aunque hacerlos los ha hecho y de una cierta relevancia, son pecata minuta comparados con los recortes encubiertos, que dejan el nivel adquisitivo en una situación angustiosa para millones de familias. Todos lo padecemos pero no percibimos la verdadera magnitud de los verdaderos recortes bajo cuerda con los que solapadamente meten las manos en la bolsa de todos los españoles, de la forma más repugnante que pudiera hacerlo cualquier banda criminal, dando continuidad progresiva a sus políticas de engaños, expolios y desprecio al ciudadano y a su mercado como motor que procura la vida a la nación. Los recortes anunciados y llevados a cabo por el bellaco, solo son una cortina de humo.

No se buscan


Los verdaderos recortes los ha aplicado en las sanciones económicas sobre infracciones reguladas en la persecución fascista contra el patrimonio mediante embargos que violan los DD.HH convertidos en auténticos atracos, dejando al atracado en la más absoluta indefensión. Además mediante sanción económica convirtiendo en prohibición numerosos derechos y libertades. Pero sobre todo donde el expolio es perpetrado con la desfachatez de macarras achulados que los caracteriza, es en las continuas e interminables subidas de entre tres y cuatro veces al año, en los últimos años, sobre productos de primera necesidad de todo tipo, destacando los aplicados sobre las energías, en una extorsión chantajista que sonrojaría hasta al propio Al Capone.

Estos sí que son recortes solapados tras el expolio patrimonial o robo intolerable, en complicidad con bancos, eléctricas y petroleras, y bajo amparo de la absoluta impunidad en un estado omiso y cómplice aferrado al servilismo de corruptos y omisos, observando impasibles cómo el nivel adquisitivo de una nación excluida del amparo de su propio estado, se reduce en algunos casos hasta un ochenta por ciento, con respecto al heredado del franquismo, en la transición, hasta hundir en la indignidad y la miseria a millones de personas capacitadas y activas, despojadas de su autosuficiencia por el crimen organizado en su estado de su propiedad.

Esto es lo que ahora tragamos merecidamente, tras años omitiendo el deber de expulsar al crimen de nuestro estado.

Y así nos luce el pelo.




Clandestino