domingo, junio 17, 2007

"Democracia" privada. Sometidos cabreados.

Cada cuatro años la ciudadanía es invitada, incitada, para ir a votar a unos señores propuestos por un señor, con poder sobre sus decisiones. Este señor dirigirá los destinos de la nación durante, al menos cuatro años, imponiendo su particular criterio sin que el pueblo, o grandes colectivos de ciudadanos, puedan activar ningún mecanismo para evitar decisiones que les sean gravemente dolosas, lesivas e incluso vejatorias, que mediante leyes, normas o decretos, pasarán sobre ellos como rodillos, en una “democracia” sostenida sobre grandes poderes que haciendo añicos el Poder Soberano de la nación, pone a esta a servir al Estado y a la economía privada, en lugar de todo lo contrario.

Los que padecen, a diario, las tarascadas de este sistema político, claramente oligárquico, en el que los partidos solo se sirven así mismos, hasta redondear una consolidada oligarquía partitocrática, que no solo se asienta en el totalitarismo, sino que invierte gran parte de los recursos del Estado en la caza y captura de la oposición y ejercer el control sobre la ciudadanía, en un ejercicio bochornosamente antidemocrático, además padecen el constante bombardeo con eslóganes de márketing, que desde el más patético insulto a la inteligencia, intenta venderles una democracia que los excluye, por ser particular, cuyo uso y disfrute no supera el 30 % de la nación. Es la tónica habitual en discursos, mítines o conferencias. Así quedó claro con unos estatutos europeos que a nadie le interesó, por antidemocráticos. Con unos estatutos autonómicos, metidos con calzador y que a nadie interesan, por antidemocráticos. Con unos planes de enseñanza con asignaturas que rozan el antidemocrático adoctrinamiento político.

“Hay libertad de expresión”, dicen. Como si a alguien les importara las reivindicaciones de nadie. Tras el absoluto desprecio a grandes masas que repetidamente tomaron las calles contra barbaridades como la guerra de Iraq, asesinatos de ETA o las deplorables políticas del Estado ante esa organización criminal, aún tienen la osadía de seguir rentabilizándolo. Tanto los unos como los otros.

El dictador tuvo la gallardía de afrontar su totalitarismo a cara de perro. Esto que llaman democracia se oculta tras una Constitución, mas o menos democrática, posteriormente enterrada en una montaña de leyes de prohibir, de imponer y de sancionar que se solapan o invaden otros derechos, secando el libre albedrío y con él todas las libertades. El ciudadano está criminalizado, sometido y vigilado desde que sale hasta que vuelve a su hogar. Todo en pro de evitar una delincuencia que cada día aumenta y se consolida más. Un totalitarismo intervencionista, que regula la vida ciudadana al cien por cien, incluidos aspectos sentimentales y de conciencia, cocinado en la Moncloa franquiciando a diecisiete señores autonómicos y a más de ocho mil regidores municipales. Todos ellos con poder total en sus demarcaciones rentabilizando los derechos obstruidos o impedidos a millones de ciudadanos, mediante decisiones, en muchos casos, absolutamente totalitarias y antidemocráticas para grandes bolsas ciudadanas, ante la total indefensión y desamparo del Estado. El miedo al “cuartelillo”, da paso al miedo al campo minado que hay que sortear en cada movimiento.

En la dictadura todos sabíamos quién era el malo. De quién nos teníamos que guardar, en cualquier lugar de España que nos encontráramos. La nación se apiñaba solidariamente, contra el mal común, creando un espacio que le enajenaba del régimen, hasta convertirlo en algo más habitable que el actual. Ahora cada territorio tiene sus normas, sus objeciones, y su caudillo. Cada territorio vive en la indiferencia o de espaldas a los otros, pero todos tienen en común el uso del ciudadano como útil para sus fines. Siendo muy pocos los que cumplen con el deber democrático de servir al pueblo que lo elige y paga para eso y solo para eso.

No hay políticas. Rige la ambición y acaparamiento de poder. Cualquier valor, principio o derecho que defienda el oponente, será desprestigiado o eliminado de la vida de millones de ciudadanos que verán restadas sus bondades o nutrientes espirituales. El partido en el poder se encarama en un nivel que supera la legalidad y cualquier principio que sirva al conjunto ciudadano para desarrollarse como individuo y como parte de la nación. No hay estamento civil, legal o político que lo detenga o controle.

Las madres de esta “democracia”, paren hijos inteligentes y libres, y el Estado los adoctrina y los somete, hasta convertirlos en simples autómatas programables y rentables, evidenciando que esta democracia no pasa de ser un bonito y colorido decorado, que encubre un infierno para millones de ciudadanos, en la conciencia de que no se les permite serlo.


Clandestino

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen articulo, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)

Anónimo dijo...

Buen post, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)