Cumplió con su deber ajustándose a la ley y su vida se convirtió en un infierno, como el de numerosos presos políticos que lo padecen en Venezuela, bajo el rodillo del autoritarismo de un fanático, que erigido en juez y verdugo se desenvuelve como pez en el agua en un mundo en el que los tiranos fanáticos empiezan a ser mayoría en los estados pagados e instituidos como estados de derecho bajo control democrático constituido.
La corrupción intolerable de los responsables de garantizar el estado de derecho articulándose democráticamente contra los gobiernos totalitarios, tal como hiciera ejemplarmente el estado de Honduras, permite la persecución y violación de derechos fundamentales, de millones de personas inocentes, en una sola nación como ocurre en Venezuela o en España, entre lo que se atisba como mayoría de ellos. La impunidad de estas tiranías se nutren de la confrontación que promueven, incentivan y legislan, además del miedo que su criminalidad inflige al conjunto de víctimas potenciales, que encuentran en ese miedo y en la indiferencia, un refugio seguro que les permite mimetizarse en cualquier entorno a cambio de la renuncia a la Libertad, a la Justicia y al Derecho, pasando así desapercibidos ante al depredador. Pero esto nos debilita a la vez que legitima al crimen organizado en el estado, que se permite achicarnos los espacios, hasta que la asfixia total devenida de nuestra total falta de valor reduce las cotas de dignidad hasta aceptar nuestro fin miserable a manos de miserables y del silencio cómplice de una comunidad internacional que mira para otro lado para no ver el espectáculo dantesco que supone la masacre física y moral de millones de víctimas inocentes en el mundo.
Así se sacrifica impunemente en un goteo incesante, lo más granado de las sociedades, aniquilando y persiguiendo a aquellos que se sienten libres e independientes y ostentan más valores y decencia destacando por sus aptitudes y capacidad ejemplarizante y que además los evidencia en sus miserables carencias éticas y morales. Persiguiendo y eliminando la aptitud y cualificaión, se engordan en ámplias y cómodas mayorias de amos y siervos enyuntados en comunión de intereses batardos, cuyo descontrol, maldad e incompetencia impuesta desde los estados, acabará tragándose al planeta.
La saña contra la persona de la jueza Afiuni, negándole su derecho a la libertad y a la atención médica, la convierte en un instrumento más del déspota, para infundir pánico general en el colectivo judicial, además de una forma de ejercer el resentimiento personal contra cualquier cualidad que destaque por encima de las múltiples carencias que caracteriza a todo tirano. Mientras los líderes mundiales lo aceptan con la misma naturalidad que planifican grandes proyectos democráticos con gobiernos que legislan el expolio, la tortura y la muerte.
Me uno a Martha, como importante e incansable promotora de los derechos humanos en defensa de los presos políticos de Venezuela, y a la familia y amigos de la jueza Afiuni para apoyarlos en su lucha por conseguir justicia para ella y para el resto de presos políticos venezolanos, y del mundo.
Clandestino
1 comentario:
Así es clandestino, los gobiernos totalitarios encuentran su mejor arma en instaurar el miedo en la población, y nada mejor para ello que mostrar lo que te puede pasar si actúas correctamente y a no a sus dictados.
Saludos
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