Treinta años han sido necesarios para resignarme a aceptar la triste realidad. Para aceptar que hoy estamos mucho más alejados de la democracia de lo que estuvimos con el régimen de Franco. En nombre de la democracia hemos sido desposeídos de muchos derechos que Él garantizaba. Se nos ha privado de muchas libertades que solo en Él disfrutamos. El perfecto equilibrio económico y social basado en el trabajo y unido al rigor de la ley, que garantizaba la convivencia nacional solidaria y patriota, con un Estado austero y administrado con magistral y pulcra profesionalidad y transparencia, sustentado por las rentas y beneficios por tráfico de empresas (I.T.E. a última hora 4,5%) con (0 % a los asalariados), fue saltado por los aires aquel día en que al Sr. Martorell le fue aceptado el proyecto de la primera reforma Tributaria "democrática", donde los salarios empiezan a pagar impuestos.
Desde entonces para acá fue poco a poco cubriéndose por las sombras de la duda, primero, la sorpresa despues y la frustración final. Lo que prometía ser una maravillosa democracia derivó en privilegios para los privilegiados y sobrecargas sobre los sobrecargados. Las libertades se recalifican como libertinaje para los tiranos y represión para los oprimidos. Leyes y riguroso cumplimiento a los sometidos y omisión para los opresores. Legislar para los grandes negocios de los explotadores y negreros y presión fiscal sobre los pobres paganos. Convertir España en un gran negocio troceado y repartido entre la sociedad que fomentó el odio sobre su más terrible enemigo que les obligaba a ganar su sustento con su propio esfuerzo. Una sociedad mediocre que hoy sabemos de su baja calaña y de su condición de estafadores y vividores a cuenta del esfuerzo ajeno, que fomentó la vulgarización y la ignorancia barriendo todo indicio de aquello que pudiera servir de referencia a nuevas generaciones, para evidenciar su miserable proceder, que impidió el paso a todo político para consolidarse parapetados tras su ruindad a hombros de miles de trepas y vividores.
Lo que aun tienen la osadía de calificar de democracia o Estado de Derecho, en un ejercicio de desprecio absoluto a la inteligencia, no es más que un vulgar negocio de negocios, donde la Nación juega el papel de asno de carga, desposeídos de las garantías franquistas a sus derechos y dignidad, a manos de unos arrieros fieles al amo, y cuyo esfuerzo se lo reparten entre unos pocos miles de dictadorcillos nazis, expoliadores y fascistas, como franquicias al amparo de "nuestro Estado de su propiedad", bien asegurados tras una pantalla construida con un conglomerado de elitistas y clasistas bien acomodados y destinatarios de las migajas en forma de subvenciones y adjudicaciones del gasto público, convertidos en verdugos de los que les mantienen.
No, Franco no era un santo ni su democracia era envidiable, pero limpió los escombros y erigió una potencia económica, que a finales de los sesenta, era admirada y respetada en el mundo, solo con el trabajo de un pueblo al que no dejó mas opción que: O trabajo o hambre y persecución. Esa fue la base de su política. El secreto de su éxito, al conseguir tantos logros con tan austeros presupuestos. Esa fue la principal causa, junto a la ley de vagos y maleantes, que le generó tantos enemigos y tan cargados de odio hacia Él. El riguroso proteccionismo al trabajo y a la clase trabajadora, es el principal objetivo en la venganza de los revanchistas vividores que agazapados tras siglas de españoles y obreros, se infiltraron entre ellos y se ganaron su confianza y su voto, hasta despojarlos de sus derechos y esclavizarlos abandonándolos a su suerte a merced de negreros, expoliadores y estafadores que les garantizan su máscara internacional con un PIB alto que flota en la sangre y la injusticia de su tiranía. Tiranía aplicada con saña y desprecio sobre aquellos que el dictador premiaba y amparaba. Tiranía y mangoneo en un ejercicio de mezquina cobardía y traición sin par, a la Nación que heredaron y a los principios que los hicieron grandes, orgullosos, fuertes, dignos y respetables ante la humanidad.
Ya hemos visto suficiente como para saber que aunque fuese tan malo como dicen, fue largamente superado por sus enemigos, hoy enemigos de la Nación, dejando claro que no fueron, ni son, mejores, siendo su gestión ineficaz o inexistente, desleal y antidemocrática ¿Porqué no se atreve nadie a abrir un debate sobre Franco y la "democracia"? ¿Se le tiene miedo a la verdad?
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