UNA NACIÓN QUE SOSTIENE UN ESTADO CRIMINAL, ES UNA NACIÓN CRIMINAL. La estupidez de aquellos que exigen derechos violados a los ajenos, aceptando los privilegios legales de un estado criminal, labran su propio fin como nación y como pueblo libre.
lunes, mayo 12, 2008
El Estado recrea la historia de la felonía y del nacionalsocialismo.
La monarquía se desenmascara y se posiciona junto al conglomerado de izquierdas nazis y republicanas, frente a la nación, tras treinta años ejerciendo de Jefe de Estado ‘paja’, como tapadera de lujo, al mangoneo político contra la nación y contra su legalidad constitucional. Treinta años de estafa democrática, culmina con el estado en manos de los eternos enemigos de la justicia, coaligados en una gran alianza en la que se concentran la mayoría de ellos y en la que ahora la oposición pugna por incorporarse. Rotas y anuladas las garantías del derecho ciudadano, ya no necesitan representarse en algunos papeles. El pueblo ha sido definitivamente vencido y sometido. Así de ufanos y ostentosos muestran su triunfo y humillante regodeo, al perdedor.
¿Quién nos iba a decir que escapar de la unidad nacional del franquismo pasaría por la destrucción nacional, a manos de una alianza tan traidora y omisa, como peculiar y atípica, sumándose la monarquía con republicanos, nazis, corruptos y proasesinos? Si el franquismo era ‘Guatemala’ ¿Qué hemos hecho para merecer las dramáticas y sangrantes tarascadas de todo el clan mafioso del ‘Guatepeor’, hasta incluso romper la neutralidad debida del monarca, como principal peana sobre la que se aireaba su condición real?
"Sí. Es un hombre muy honesto. Muy recto. Que no divaga. O sea, la gente cree que hace cosas así... como divagando –levanta entonces la mano y la mueve de un lado a otro–, pero no hay nada de eso. Él sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las cosas. Tiene profundas convicciones. Es un ser humano íntegro".
Por extraño que parezca, estas palabras las dedica quien viviera, bajo la renuncia a las responsabilidades inherentes al ejercicio, pero no al uso y disfrute de su condición de Jefe de Estado y de rey de todos los españoles, al ocupa del gobierno más traidor, embustero, corrosivo y agresivo, contra España, de todos los conocidos, tanto en monarquías, como en dictaduras, solo superados, ambos dos, hasta el momento, por Fernando VII. Al que legitima a terroristas socialnacionalistas vascos y nos vende a los nazis que manifiestan, ostentosa y públicamente, el más recalcitrante odio a España, hasta incluso apoyar y amparar, el terrorismo asesino que mata a españoles. Digo ‘el que fuera rey’, porque su toma clara de partido, lo deslegitima para seguir siéndolo, aunque como todo lo que viene desde el estado, será impuesto por la ‘legitimidad’ de sus santos ‘bemoles’ de déspotas.
La dejación de deberes, encomendados y recogidos en el articulado de la Carta Magna, como Jefe de Estado, que una vez más pone a España en el brete de tener que reventar para volver a revivir, le obliga a buscar apoyo y calor político en el lado de los que, como él, muchas de sus actuaciones tienen un claro olor y formato de delitos criminales contra la nación, en la omisión y renuncia al cumplimiento de sus funciones, rebajándose al nivel de la mentira, de la estafa y de la traición. No es la primera vez que un Borbón protagoniza la obstrucción del desarrollo de una Constitución en España. Para ello ha sacrificado la inmunidad que le garantizaba su supuesta lealtad a la unidad nacional, al despreciar a la España víctima del acoso criminal desde el estado ocupado por los que alaba públicamente, sin recato ni pudor, optando por el alineamiento con los que dividen y enfrentan a los españoles, a cambio de refugio y respaldo a su felonía. Una huida hacia adelante toda vez que su supervivencia reside en la obstrucción total a la posibilidad de la instauración democrática, que terminaría pidiéndole cuentas, como al resto de todos aquellos que las tengan pendientes.
Para seguir disfrutando de lo que no merece, no le queda más remedio que sumar esfuerzos con los que están en su mismo cesto contra la legalidad constitucional y frente a la nación, republicanos y antimonárquicos incluidos. Sabe que su camino no tiene retorno. Ya está condenado y solo puede salvar lo que pueda durante el tiempo que pueda. Ya no puede ser rey de todos los españoles. Ya no puede gozar del respeto y de la inmunidad ligada a la neutralidad, ya rota. Ha tomado partido. Y lo ha tomado por unos españoles que desprecian, agreden y desamparan a otros españoles, desde la omisión del estado que él renunció a mantener en la legalidad constitucional, como principal deber omitido. Ahora tendrá que asumir la crítica ciudadana y la responsabilidad política y legal de sus actos punibles. Somos muchos millones de ciudadanos los que no podemos reconocer como rey a alguien que se alía con los enemigos de la nación a la que pertenecemos, a los que tampoco se les puede reconocer legitimidad como Gobierno de todos los españoles. Como español considero indignos de representar a la nación, a los que le dispensan un trato peor que al ganado, obviando todo deber constitucional y la observación del debido decoro personal, desde el ejercicio de la honorabilidad y decencia en el servicio, y con la lealtad y honradez desde la ética y la moral exigible a todo cargo público.
En este lamentable escenario con el que la historia vuelve a arrastrar y sumir a la nación en los mas negros augurios de su memoria, creo que merece la pena recordar el origen de esta España residual de sí misma, condenada a resurgir de sus cenizas, tras dejarse caer de la mano del engaño y la traición. Nuevamente la España que se sobrepuso, a costa de sangre y horror, al humillante sometimiento del imperio napoleónico, como resultado del engaño y la traición del ‘El Deseado’. O la que se sobrepuso, a costa de sangre y horror, al caos y al desorden criminal orquestado por la anarquía de las izquierdas, en el treinta y seis. Nuevamente enfila su destino repitiendo la ruta del sacrificio en aras de la sinrazón, promocionada, esta vez, por ambas causas y causantes, al unísono, incidiendo la traición criminal de la izquierda republicana, con la omisión colaboracionista de la monarquía Borbónica.
¿Habrán de ser nuevamente la sangre y el horror los medios para recuperar la dignidad y la libertad, de una nación condenada a ser siempre carcomida y diezmada desde su propia retaguardia, por sus propios traidores y renegados, desde sus propios poderes, tras la estampida y fuga de sus principales causantes? ¿O por el contrario permitiremos que la canalla que nos ocupa legitime el caos del terror, el crimen y la traición, meándose sobre las tumbas y la memoria de aquellos cientos de miles de héroes que dejaron su vida para legarnos una nación libre, honorable y digna?
El rey ya no puede serlo. Debe abdicar. Los códigos legales deben ser vaciados de leyes criminales contra derechos, y los gobiernos central, autonómicos y municipales, puestos a disposición judicial. Solo la limpia del crimen organizado dentro del estado, puede devolver la normalidad a la convivencia rota y destruida por las bandas ocupas y por nuestra negligente sumisión.
No más dictaduras. No más terror ni corrupción del nazismo nacionalsocialista. No más borbones ensombreciendo los horizontes del futuro de España. Solo si nos sacudimos a ambos del camino, de una vez por todas, podremos merecer y disfrutar del derecho a andarlo sobre las garantías de la justicia, de la paz y de la concordia. Nuestros antepasados los vencieron en no pocas ocasiones, pero no supieron concretarlo para consolidar su erradicación definitiva.
Ahora toca. Tendrá que ser ahora.
Ni el estado, ni el gobierno representan a la nación. Esta corrupto y podrido. Su desplome es definitivo y nuevamente deja a la nación a merced de la anarquía criminal. El pueblo está solo e indefenso frente a todos ellos con todos nuestros poderes, medios y recursos públicos, a su entera disposición. Solo fuera del alcance de los criminales, de forma clandestina, podrá volverse a engendrar el nuevo germen de la libertad. Es deber y derecho. La razón y la justicia nos asiste.
Me permito recomendar un un buen artículo de Federico Jiménez Losantos, Los Nuestros, publicado, hace tiempo, en El Mundo, donde relata con meridiana claridad, como es habitual en él, algunas características y anécdotas históricas de un Borbón y Borbón, cuyo rastro genético condena a España al revisionismo terco y suicida de condenarse rebozándose en los peores lodos y miserias de su historia. Tanto monárquica como republicana, esta vez a pachas, junto a lo peor de entre lo peor, practicando el ensañamiento sobre toda una población engañada y desamparada, en la absoluta indefensión, sin justicia ni derechos, frente a las jaurías de miserables que se alimentan de ella, con la impunidad del encubrimiento corporativo o de la legalización de sus intereses o delitos, y en connivencia con una oposición dispersa huyendo de un líder inane y cobarde.
Clandestino
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2 comentarios:
Un gran reportaje. Voy a leerme "Los nuestros".
Un abrazo, Martha
Gran trabajo, yo nunca confié en este tipo por muy diferentes motivos y por noticias de primera mano.
Saludos
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